viernes, 11 de diciembre de 2009

Mena Lugo Vanessa

Ensayo de Neurohumanidades
Desde tiempos remotos, la curiosidad del hombre por saber cómo y porqué ocurren las cosas lo ha llevado a investigar el origen de los fenómenos tanto en la naturaleza como en su propio cuerpo.

Cuando la ciencia surgió como tal –utilizando el método científico- se le dio prioridad a las llamadas “Ciencias duras”, como las Matemáticas, la Física, la Química y la Biología, por lo cual los científicos como Newton y Galileo se dedicaron más a investigar qué pasa en nuestro cuerpo en tanto seres vivos, como especie, así como los procesos físicos y químicos que se desarrollan en nuestro organismo, etc.

De tal forma, la parte de las humanidades (que son el conjunto de disciplinas relacionadas con el conocimiento humano y la cultura, y que se distinguen de las ciencias sociales en el carácter ideográfico) como el arte, la ciencia de la literatura, la teología, la filosofía, la historia, entre otras; además de la espiritualidad, la psique, quedaron un poco olvidadas, de lado, debido a la dificultad de cuantificar y comprobar estos aspectos. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX las Ciencias Sociales se hicieron presentes con mayor fuerza debido a la necesidad de comprender los procesos sociales de ese entonces.

Empero, la sociedad y el ser humano han seguido evolucionando, transformándose y demandando nuevas necesidades de conocimiento acordes con el siglo XXI.
Es en este punto donde surgen las Neurohumanidades, con el objetivo de combinar los conocimientos de las “Ciencias duras” con las humanidades para lograr comprender cómo y porqué actúa el ser humano de tal o cual forma.

En un principio, primero se buscó aliar a la biología con las humanidades, dejando fuera a las ciencias sociales. No obstante, los científicos sociales se mostraron muy interesados en las investigaciones de las Neurociencias, por lo cual se unieron en sus proyectos, dando un carácter más integral a esta nueva ciencia.

En el caso de las Neurohumanidades, los orígenes se remontan a hace 25 años, con el uso de tomografías por emisión de positrones, las cuales tienen la capacidad de medir la actividad metabólica de los diferentes tejidos del cuerpo humano, especialmente el sistema nervioso central; además de otras tecnologías como la ingeniería biomédica, la magneto encefalografía, electroencefalografía, neurotermografiá, resonancias, etc., para mapear la estructura espacio-temporal de los miles de procesos bioquímicos y conocer primero enfermedades y alteraciones cerebrales, y después qué áreas del cerebro utilizamos para desarrollar las sencillas y complejas actividades de cada día.

Las Neurohumanidades se inician con afinidad a la Teoría de las neuronas espejo, propuesta por el psicólogo cognitivo V.S. Ramachandran, quien asegura que esta teoría será vital para entender los procesos mentales del ser humano.

A su vez y basándose en lo anterior, los psicólogos Luria y Vygotsky definieron a la corteza cerebral como corteza cultural, ya que el ser humano se adapta a las demandas culturales de su entorno.

Este y muchos otros conocimiento se han descubierto gracias a las Neurohumanidades, pues uno de los principales objetivos es comprender cómo simbolizamos cuestiones tan complejas y variadas como la Política, la Economía, el Arte, el amor, el sexo, la identidad cultural, la Literatura, la Filosofía, la Historia, la Teología, etc.

Un hallazgo muy interesante es entender cómo los complejos circuitos neuronales comienzan a relacionarse con la experiencia de un espectador frente a una obra de arte, por ejemplo, o frente a un acto político, un crimen, un encuentro amoroso o cualquier otra situación.

A través de los estudios con positrones (tomografías y resonancias) se ha podido conocer –incluso fotografiar- qué zonas del cerebro se activan con cada acción humana.

Por ejemplo, en el caso de la Neuroeconomía se ha descubierto que cuando a una persona se le propone un negocio ilícito, fraudulento, en donde resulten perjudicadas otras personas, se activan las zonas cerebrales que determinan el asco, la repulsión. Esto nos permite ver que las reacciones morales y biológicas se encuentran estrechamente relacionadas, a la vez que permite formular hipótesis en aspectos muy importantes como porqué unas personas respetan más su ética que otras, por ejemplo.

También se descubrió que durante la expectativa de ganancia económica se activa el núcleo accumbens, reacción similar a la encontrada por la Neuropsicofarmacología en personas que tienen la expectativa de una dosis de cocaína.

Otro aspecto muy interesante es conocer, literalmente, qué pasa por la cabeza de un político al momento de dar un discurso, o de ser corrupto o de diseñar una estrategia de campaña por ejemplo. Las Neurohumanidades permiten identificar qué zonas del cerebro se activan con la mentira, el engaño, la planeación y, sobre todo, porqué las personas recurren a la falsedad o, por el contrario, a la planeación de una estrategia real.

Por su parte, la Neuroestética visual estudia las relaciones de los más de 30 pares de módulos cerebrales que constituyen el inconsciente visual, y que gracias a esa integración existe la consciencia visual. Dichos circuitos neuronales, que realmente son complejos, se establecen a partir de que le persona observa una pintura, una escultura, una obra de teatro, una coreografía de danza, y también si escucha una composición musical o un poema.

Un aspecto muy interesante que estudian las Neurohumanidades es el amor: ¿qué pasa cuando nos enamoramos?, ¿qué complejos mecanismos se llevan a cabo en el cerebro cuando vivimos un encuentro amoroso?
La profesora María Luisa Castro Sariñana, experta en el tema, asegura que el amor es la representación más grande y perfecta de la unión y armonía entre mente, cuerpo y alma. Y no se refiere sólo al amor en pareja, también al amor fraternal, amor por una profesión, amor por el arte, etc.

Ella asegura que cuando vivimos una experiencia de amor, se activan zonas en nuestro cerebro que son responsables de que tengamos un buen estado de ánimo, que nuestra percepción de las cosas (del entorno) sea agradable, así como el funcionamiento de nuestro organismo en general sea más óptimo.

Este tipo de conocimientos es muy útil en carreras como la de Psicología, pues ayuda a entender mejor qué pasa en el cerebro de una persona que atraviesa por una decepción amorosa, la disolución de un matrimonio, o que perdió a un ser querido, etc., y la depresión que conllevan este tipo de vivencias.

Al entender los procesos neuronales que se desarrollan en tales situaciones, y la manera en que el ser humano simboliza el amor, el fracaso, el cambio de un proyecto de vida, la muerte, entre otros, el tratamiento puede ser más acertado, y por ende, más efectivo.

Otra profesión que se ve beneficiada por este tipo de conocimientos es la Publicidad, pues es de gran relevancia conocer qué ocurre en el cerebro de un consumidor al momento de conocer un nuevo productor, o si encuentra cambios sustanciales en un servicio o producto que consume con regularidad.

Aunado a esto, ¿qué ocurre con las marcas?, ¿por qué unos logotipos y/o slogans impactan más que otros?
Resulta muy interesante saber qué ocurre en la zona cerebral que controla la memoria de tal forma que existen anuncios que dos minutos después de haberlos visto ya se ha olvidado su contenido, la marca y/o empresa que lo realizó, e incluso el producto o servicio, mientras que existen anuncios publicitarios de los cuales varios años después se recuerda a la perfección la canción o tonada que los caracterizaba, quién o quiénes salían en el comercial y, lo más importante, el producto o servicio que se ofrece, y dichos estudios han sido realizados por el Neuromarketing.

Aunado a esto, el Neurodiseño gráfico permite crear anuncios, carteles, slogans e ideas que permitan que los consumidores retengan en su menor, por mayor tiempo, información sobre un producto o servicio, de tal forma que lo identifiquen y prefieran sobre otros similares.

Es bien sabido que las funciones de nuestro cerebro izquierdo son diferentes a las que se desarrollan en el derecho, a diferencia de otros animales que no presentan esta especialización en la función cerebral. Dicha asimetría es parte esencial de las cualidades del ser humano como “animal pensante”.

En la mayoría de las personas, la parte izquierda del cerebro tiene una función más importante en el lenguaje y las operaciones lógicas, mientras que la zona del lado derecho es vital para controlar las emociones, las capacidades artísticas y las espaciales.

De esta forma, el Neurodiseño se concentra en la capacidad de integrar ambos lados del cerebro y tener agentes capaces de fusionar conocimientos de varias disciplinas para crear teorías y objetos tangibles.

Por otro lado, un tópico muy interesante de las Neurohumanidades es la Neuroespiritualidad, la cual ha llevado a los científicos a encontrar que las personas con creencias espirituales y/o religiosas viven más años, y que, por ejemplo, los individuos que viven con la idea de que existe un ser superior, viven de una forma menos dañina situaciones como padecer una enfermedad grave, perder su empleo, el fallecimiento de un ser querido, etc.

Este tema es de tal interés e importancia, que incluso el Dalai Lama, líder espiritual budista conocido a nivel mundial, está financiando estudios para conocer qué pasa en el cerebro de los Monjes en el momento en el que se encuentran meditando; qué ocurre cuando comienzan a controlar su respiración, qué pasa en su cerebro durante y después de una meditación que dura muchas horas –incluso días- qué zonas del cerebro se activan, e incluso se desarrollan más que las de las personas que nunca han meditado.

Se ha descubierto que la meditación y la disciplina mental pueden cambiar el modo de trabajar del cerebro. A los monjes budistas la meditación les permite alcanzar niveles de consciencia inusuales gracias a la creación de conexiones neuronales que no existen en los individuos que no suelen realizan prácticas contemplativas.
Así lo han comprobado los investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE UU), que desde 1992 llevan a cabo un estudio en colaboración con el actual Dalai Lama y otros monjes budistas muy experimentados en el arte de la meditación.

Los últimos resultados de este estudio, liderado por los neurocientíficos Antoine Lutz y Richard Davidson, han sido publicados en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences'.

Hasta ahora fenómenos como la paz interior y la serenidad adquiridos a través de la meditación se interpretaban recurriendo a fuerzas metafísicas. Hoy, gracias a este estudio, los efectos de estas prácticas se han 'traducido' al lenguaje científico. Los monjes budistas que llevan largo tiempo practicando meditación presentan una gran actividad en una zona determinada del cerebro, justo detrás de la parte izquierda de la frente, en la corteza prefrontal izquierda.

En cambio esta área no presenta casi actividad en los individuos que no practican meditación, aunque sí está 'viva' con más frecuencia en aquellos que tienen un carácter optimista y poco ansioso.

Todo comenzó cuando en 1992 el Dalai Lama invitó al doctor Davidson a su casa en Dharamsala, en la India. Este psicólogo lleva largo tiempo desgranando los secretos del comportamiento del cerebro; algo que llamó la atención del Dalai Lama. Los monjes budistas cuentan con una tradición centenaria de meditación y recogimiento y la curiosidad llevó al Dalai Lama a proponer al investigador el estudio del cerebro de los monjes de su comunidad.

Ocho de los monjes más experimentados en la meditación se prestaron como voluntarios para la investigación de Davidson. Son monjes que han practicado la introspección durante un tiempo estimado de 10.000 a 50.000 horas, durante un tiempo que oscila entre los 15 y 40 años. El grupo de control lo constituyeron 10 estudiantes sin experiencia previa en el arte de la meditación a los que instaron a dedicar una semana de 'entrenamiento' a la contemplación.
Colocaron una red con 256 sensores eléctricos en la cabeza de los monjes y de los voluntarios y se les animó a meditar durante un rato.

Los datos registrados por la red de sensores en los monjes budistas fueron impresionantes. La amplitud de las ondas gamma recogidas en algunos de los monjes son las mayores de la historia registradas en un contexto no patológico, de acuerdo con los especialistas.
La altísima amplitud de estas ondas -que están asociadas con la capacidad para prestar atención y el aprendizaje- tiene su explicación en la suma de las que emiten las diferentes neuronas. Durante la meditación, los monjes conseguían poner en fase (sincronizar) un número de neuronas muy elevado.

La versión más aceptada hace unos años sobre el desarrollo de nuestro cerebro indicaba que las conexiones neuronales se fijan cuando somos bebés y niños y no varían durante la edad adulta. Pero en la última década, las nuevas técnicas de neuroimagen han permitido observar cambios en las conexiones neuronales habituales durante la edad adulta y se ha comenzado a hablar de la llamada 'neuroplasticidad' o continuidad del desarrollo cerebral durante la edad adulta.

Hoy en día, multitud de estudios constatan que el cerebro no es estático sino que cambia dinámicamente a lo largo de la vida del hombre.
En opinión de estos científicos, los resultados del estudio indican que el cerebro, con un correcto entrenamiento, puede desarrollar funciones y conexiones neuronales nunca imaginadas.
Relacionado con esto, recientemente leí una tesis de la carrera de Psicología, en la FES Iztacala, en donde se plantea la necesitad y la importancia de saber qué ocurre en el cerebro de las personas que reciben tratamientos alternativos como la homeopatía y la acupuntura, y que afirman haberse curado de padecimientos que la medicina alópata no puede aliviar. ¿Se trata de auto engaño o el poder de la mente es tan grande que puede sanar al propio organismo?
Finalmente, deseo abordar un tema que para mí es muy interesante, y que hasta hace poco se tenía un tanto olvidado: la Neurodanza. ¿Qué ocurre en el cerebro cuando bailamos?, ¿cuáles son las complejas conexiones neuronales que se establecen en la mente de un bailarín profesional al momento de efectuar una difícil coreografía?, ¿por qué no todas las personas tienen la misma habilidad para la danza?

El baile es una de las capacidades más primitivas del ser humano, y se cree que se desarrolló a raíz de la habilidad de crear y seguir un ritmo.
Se ha descubierto que en el baile se emplean diversas zonas cerebrales, como aquellas que nos permiten ver, escuchar, coordinar nuestros movimientos, mantener el equilibrio y tener una correcta percepción de nuestro cuerpo en el espacio.

Así, se desarrollan conexiones neuronales que permiten realizar todas estas complejas actividades al mismo tiempo: observar un movimiento, memorizarlo e imitarlo lo mejor posible, estar consiente del espacio en que bailamos para no chocar con otros bailarines o las paredes, y sobre todo, realizar los movimientos siguiendo el ritmo de determinada melodía.

La planificación del movimiento se produce en el lóbulo frontal, donde la corteza premotora situada sobre la cara externa y el área motora suplementaria evalúan las señales procedentes de cualquier otro lugar, que informan de la posición espacial y del recuerdo de acciones anteriores.

Esas dos áreas se comunican luego con la corteza motora primaria, que determina qué músculos deben contraerse y en qué grado, y envía instrucciones a los músculos a través de la médula espinal.

El ajuste fino tiene lugar, en parte, cuando los músculos devuelven señales al cerebro. El cerebro utiliza esas señales de retorno para mantener el equilibrio y para sincronizar y refinar los movimientos.

Además, los ganglios basales recogen información sensorial de las regiones corticales y la conducen, a través del tálamo, hasta las áreas motoras de la corteza.
Las zonas cerebrales que contribuyen a la danza son Vermis anterior, que es la parte del cerebro que recibe señales de la médula espinal; al parecer, actúa a la manera de un metrónomo, ayudando a acompasar los pasos de baile con la música.
El Núcleo geniculado medial, que es el punto de relevo en la vía auditiva inferior. Parece que facilita el ajuste del metrónomo cerebral y sustenta nuestra tendencia a llevar con pies o cuerpo el ritmo de la música. Reaccionamos de forma inconsciente porque esta región se conecta al cerebelo, comunicándole información básica sobre el ritmo, sin tener que “hablar” con áreas auditivas superiores de la corteza.

El Precuneo contiene una cartografía sensorial del propio cuerpo; ayuda a trazar la trayectoria de un bailarín desde una perspectiva centrada en el cuerpo, es decir, egocéntrica.
Esta investigación pone de manifiesto que el aprendizaje de una secuencia motora compleja no activa sólo un sistema motor directo que controla las contracciones musculares, sino también un sistema de planificación motora que contiene información sobre la aptitud corporal para realizar un movimiento determinado.

Cuanta mayor destreza se adquiere en un patrón coreográfico, mejor imaginamos las sensaciones asociadas y probablemente menos esfuerzo nos costará ejecutarlo.
Los resultados han sido tan sorprendentes, que incluso se ha comprendido porqué existen bailarines ciegos con gran talento.

Galicia Sànchez David

Ensayo de Neurohumanidades

Desde el inicio de los tiempos, los seres humanos buscaron explicaciones a los fenómenos que los circundaban; fue así como la relación causa – efecto vino moldeando las explicaciones subyacentes al acontecer cotidiano, siempre de la mano del razonamiento humano y de la sempiterna curiosidad del hombre.

Con el correr de los siglos, dioses, ideas y explicaciones científicas han sido empleados por generaciones para develar los misterios que en cada etapa de la historia motivaron el ánimo de hombres y mujeres para explicar el mundo, en un intento por resolver la pregunta universal “¿Por qué?”.

Poco a poco la ciencia le ganó terreno a la mitología, con todas sus divinidades, así como a los filósofos y sus planteamientos ideológicos, con el fin de construir argumentos sólidos y asibles que moldearían el conocimiento de todo aquello que nos rodea.

Lo anterior no implica que las creencias y razonamientos fueran desechados por completo, es sólo que pasaron a segundo término: dejaron de ser una fuente sólida de conocimiento, para ceder ese lugar a la ciencia. Posteriormente, ambos aspectos pasarían a constituirse como objetos de estudio de la misma ciencia.

Hasta este punto nos hemos referido, groso modo, al proceso histórico por el que han atravesado generaciones en la explicación de los fenómenos circundantes, es decir, todos aquellos fenómenos externos que tenían lugar fuera del individuo y que incidían en su vida cotidiana, así como en su forma de ver el mundo; en consecuencia, el conocimiento de lo interno tuvo un desarrollo más lento.
Durante las últimas tres décadas, el desarrollo tecnológico y los avances de la ciencia médica han permitido al ser humano conocerse más a sí mismo. Es en este contexto donde se desarrolla también el estudio de la actividad cerebral, auxiliado por técnicas innovadoras que permitieron trazar mapas e, incluso, obtener imágenes de las regiones cerebrales que se activan cuando el individuo se somete a ciertas actividades.
Gracias a ello fue posible iniciar un vertiginoso desarrollo en la construcción del conocimiento de los procesos que conforman la actividad de los seres humanos, y fue posible también sentar las bases de las neurociencias, a fin de comprender el funcionamiento cerebral.
Pero a la par que la ciencia se consolidaba como eje rector en la conformación del conocimiento, aquello que le era “ajeno” también se desarrollaba en el ceno de la cultura de las distintas civilizaciones; nos referimos a las humanidades, y también a las ciencias sociales.
De manera práctica, podemos referirnos a las humanidades como todo aquello que le es inherente al ser humano, entendiendo por ello ideas, formas de pensamiento, formas de expresión, usos, costumbres y tradiciones que conviven con las ciencias de lo social, como el Derecho, la Historia, la Economía, etcétera.
Por Muchos años, prevaleció la tendencia de mantener a las humanidades en un ámbito separado de la ciencia, si bien hubo quienes dedicándose a las humanidades también fueron gente de ciencia, y viceversa.
Es innegable que, mientras se mantuvo un enfoque discordante entre las ciencias y las humanidades, los hombres y mujeres abocados al estudio de las disciplinas fundamentadas en cada una, hayan advertido elementos comunes entre ambas; no obstante, poco se hizo por conciliar ambos ámbitos, y aun menos se hizo por estudiar las relaciones que guardan entre sí las ciencias y las humanidades.
Lo anterior prevaleció hasta hace algunos años, cuando las técnicas avanzadas en el estudio del cerebro, como la obtención de imágenes cerebrales por emisión de positrones, la electroencefalografía y la Neurotermografía, entre otras, “permitieron obtener imágenes cerebrales dinámicas de personas inmersas en interacciones simbólicas culturalmente significativas, o bien en el instante previo a la toma de decisiones éticas o económicas, o incluso durante la apreciación visual de obras de arte”[1].
A decir de Francisco Gómez-Mont, pionero en el estudio de las Neurohumanidades en nuestro país, la aplicación de estas tecnologías permitieron la aparición de “una nueva ventana transdisciplinaria”, la cual, a partir de la confrontación de las disciplinas hace emerger información nueva que las vinculan entre sí, ofreciendo una nueva visión de la realidad. Se trata del surgimiento de las Neurohumanidades.
En efecto, éstas vinculan las disciplinas que estudian lo humano y la neurociencia. Se trata de encontrar las bases neuronales de la actividad humana, si es que de esta manera podemos resumir la finalidad de las Neurohumanidades de forma genérica.
Durante la primera década del siglo XXI, las Neurohumanidades han conformado diversas áreas de investigación que vinculan los conocimientos humanísticos con los neuronales.
Así, por ejemplo, de acuerdo con Gómez-Mont, “las fluctuaciones espaciotemporales del flujo sanguíneo cerebral ante decisiones económicas” son el fundamento de la Neuroeconomía[2]. Con base en ello, los investigadores descubrieron que “la activación del núcleo de accumbens durante la experiencia de ganancia económica resulta similar a la encontrada por la Neuropsicofarmacología en personas ante la expectativa de una dosis de cocaína”[3].
Por otro lado, el Neuroderecho se encarga del estudio de las relaciones entre la actividad cerebral y los crímenes, al mismo tiempo que por medio de esta transdisciplina se buscan nuevas formas de argumentar en los tribunales con base en la evidencia de imágenes cerebrales.
El arte también constituye un importante campo de estudio sobre el cual las Neurohumanidades han echado raíces, en tanto que el Neuroarte se encarga d estudiar las interrelaciones de los módulos cerebrales inherentes al inconsciente visual “y de cuya integración emerge la conciencia visual”[4]. Tales circuitos se hayan en estrecha relación con la experiencia del espectador frente a diversas manifestaciones artísticas como la pintura, la música, la danza o la literatura, de tal suerte que la Neuroestética, la Neuroespiritualidad y la Neuroliteratura se han constituido como transdisciplinas que, si bien históricamente fueron separadas del ámbito científico, ahora forman parte de una beta de conocimiento encaminada a hallar las relaciones que guardan entre sí la actividad humanística y el acontecer neuronal develado por la ciencia.
Una de las aplicaciones más interesantes de las neurohumanidades se da en el ámbito de la colectividad y las interrelaciones humanas. Se trata de las Neuroidentidades, encargadas del estudio de la interacción del individuo con su entorno y cómo esto afecta a los procesos de recepción, asimilación, almacenamiento y abstracción de información, propios de la cognición.
Cimenna Chao, maestra en psicología cognitiva y sensopercepción, asegura que el contexto cultural incide en el proceso cognitivo de manera directa, cuando favorece ciertos patrones de organización social sobre otros, y de manera indirecta cuando conduce la atención a distintas partes del entorno. Estos procesos están relacionados con grupos celulares especializados en los procesos de aprendizaje social, conocidos como neuronas espejo, localizados en la corteza temporal del cerebro.
De acuerdo con la investigadora, “el hecho de que estos sitios corticales estén asociados al procesamiento del lenguaje, las emociones y la empatía, podría ser indicativo de la estrecha relación que guarda el funcionamiento cerebral individual con la acción recíproca que subyace al entorno colectivo”[5].
En otras palabras, la Neuroidentidad es el proceso biosocial que conlleva a la conformación de ciertos rasgos que definen a un individuo como una entidad perceptual-cognitiva-cultural, en un tiempo y en un contexto determinado.
La relación entre la percepción de uno mismo y la que tenemos del otro hacia nosotros, es lo que nos permite reconocer nuestra propia identidad, así como nuestras diferencias y similitudes con respecto a los demás.
Los estudios sobre neuroidentidad son muy recientes. Durante el IV Coloquio de Neurohumanidades, Cimenna Chao expuso que en Estados Unidos, un grupo de investigadores estudiaron la percepción visual en un grupo de jóvenes japoneses y otro de americanos para identificar en ambos las regiones cerebrales que se activan ante estímulos inherentes a la cultura propia de cada grupo, y cómo es que el cerebro reacciona ante estímulos culturalmente ajenos al individuo.
Fue así como los investigadores concluyeron que se activan las mismas regiones corticales, pero de forma inversa en cada grupo al realizar tareas que culturalmente les resultan ajenas, es decir, el grado de activación cortical varía con el tipo de tarea realizada en cada grupo cultural, por lo tanto se requiere mayor control sobre la atención si la tarea no es culturalmente familiar.
Al enfrentar a los sujetos con adjetivos que los describen a sí mismos, y adjetivos que describen a los otros, los investigadores concluyeron también que no hay diferencias interculturales significativas (entre Asiáticos y Occidentales) al recordar adjetivos que describen al “Yo”, toda vez que ambos grupos recuerdan mejor estos adjetivos que los que describen a los otros.
El estudio demostró que la amígdala es una estructura cerebral asociada al reconocimiento de las emociones en otros, así como a la memoria emocional, en particular a la formación y reconocimiento de emociones asociadas al miedo.
La capacidad para anticipar situaciones de peligro, por ejemplo, a través de reconocer la expresión del miedo en otros es crucial para cualquier individuo. Reconocer expresiones de miedo en miembros de la propia cultura produce una mayor activación de la amígdala, comparado con la activación que producen expresiones de personas étnicamente distintas a uno.
Expresiones de miedo en miembros del mismo grupo cultural, por ejemplo, conllevan a un estado de mayor alerta hacia la propia seguridad, pues mi seguridad se relaciona a la seguridad de mi grupo cultural. En conclusión, la amígdala se sintoniza a las características de su grupo cultural.
Los estudios demostraron que el cerebro es un sistema dinámico que se adapta a las condiciones externas, por lo tanto es maleable. Así mismo, los procesos neurocognitivos individuales se encuentran vinculados a los procesos de cognición sociocultural, es decir, es en el otro donde se reconoce la identidad propia (ya sea a través de las diferencias o de las similitudes).
La continua interacción entre el entorno cultural y la biología da forma a la arquitectura mental y neurofuncional del cerebro humano, y por tanto a la Neuroidentidad, ésta entreteje los procesos de percepción-cognición y cultura del yo y del otro.

Aun falta estudiar la Neuroidentidad en distintas culturas alrededor del mundo, sin embargo, sociólogos, antropólogos y etnólogos han comenzado a elaborar estudios sobre las representaciones simbólicas que elaboran los individuos de una colectividad a partir de sus semejantes y del entorno que los circunda.
Sin embargo, y pese a que el campo de estudio de las Neurohumanidades es tan vasto como las humanidades mismas, la investigación apenas comienza. Aun falta mucho por investigar en los diversos campos donde las Neurohumanidades hayan cabida, como en la relación de lo humano con la creatividad matemática y la neurociencia cognitivo-computacional.
En la medida que el avance de las neurohumanidades se consolide, estaremos más cerca de comprender los misterios del cerebro y su relación con lo humano.

[1] Gómez-Mont Ávalos, Francisco. “Neurohumanidades”, en Ciencia y Desarrollo. Conacyt. Enero, 2007. Pp. 33
[2] Ídem, Pp 35
[3] Ibíd.
[4] Ibíd.
[5] Ídem. Pp. 41

Chàvez Gutièrrez Nancy

Ensayo de Neurohumanidades

“Cuando Cristóbal Colón llegó a las que eran las Indias, nunca imaginó que estaba realizando uno de los descubrimientos más grandes de la historia. Hoy más de 500 años después probablemente no queda nada de tierra por descubrir, por lo que los esfuerzos del hombre se han volcado a la conquista de su propia biología”.

Desde tiempos muy remotos el ser humano ha luchado por alcanzar el conocimiento sobre el origen de la vida, y en general, de todas y cada una de las cosas que le rodean. Dicho fin lo llevó a experimentar con su entorno construyendo así lo que hoy conocemos con el nombre de ciencia.
Como sabemos, la ciencia es un conocimiento basado en pruebas y evidencias que tienen por objeto el explicar de forma fidedigna cómo se estructura y funciona el mundo. Para alcanzar dicho objetivo tiene que idear métodos racionales (lógicos) y empíricos que sean de lo más eficaces posibles para evitar la ilusión y el autoengaño en el estudio y valoración de la realidad.
De otra forma, podemos también decir que la ciencia es un conjunto sistemático de información y conocimientos acerca del mundo empírico (el que percibimos) que consigue a través de diferentes formas: la observación directa o la indirecta; la contrastación o el análisis racional y crítico.
Por consiguiente, la característica común a todas las ciencias es que se basan en la experiencia (lo empírico) y en argumentos racionales, para buscar explicaciones (teorización) que permitan resolver los problemas que se plantean en sus diversos ámbitos. Este conjunto de procedimientos son pues, racionales y críticos, no dogmáticos, no opinativos, no arbitrarios y que se les denomina de forma genérica: método científico.
El método científico se basa en una serie de pasos a seguir dependiendo del objeto de estudio que se quiera analizar, sin embargo, esto no es lo que más me importa resaltar sino el hecho de que la ciencia se ha clasificado durante varios siglos en lo que llaman: ciencias formales como las matemáticas y la lógica y ciencias empíricas o fácticas que a su vez se pueden dividir en ciencias naturales o experimentales y ciencias sociales o humanas.
Dicho conocimiento se ha desarticulado con el objetivo de comprender a profundidad cada hecho particular de la vida; no obstante, hoy se busca que estos conocimientos encuentren su punto de unión.
Cada ciencia tiene un método científico particular, sin embargo, los resultados que arrojan sus estudios, sirven para sentar las bases de otras investigaciones en desarrollo, por lo que se debe pensar en que las ciencias formales y las ciencias empíricas o fácticas forman el conjunto de conocimientos que nos permiten entender el mundo en su complejidad.
Hoy en día el fenómeno interdisciplinario ha dado origen a las neurohumanidades.
Las neurohumanidades tienen como objetivo primordial unir las ciencias formales, así como las ciencias naturales y las humanidades, sin la mediación de las ciencias sociales, el punto es ¿cómo?.
Desde la perspectiva etimológica, la palabra “neurohumanidades” está compuesta por el prefijo neuro y la palabra humanidades. Neuro es una raíz que proviene del griego y significa “nervio”; por su parte, la palabra humanidades (del Latín humanitas) son el conjunto de disciplinas relacionadas con el conocimiento humano y la cultura. Se distinguen de las ciencias sociales en el carácter ideográfico —estudio de particularidades sin crear leyes o postulados generales— de sus métodos de investigación.
Por tanto, las neurohumanidades son el conjunto de aquellas disciplinas de estudio que intentan una alianza entre el fénomeno humano y la neurociencia cognitiva, la psicología evolucionista y la neurocibernética computacional.
En términos generales, la neurociencia estudia la estructura, función, desarrollo químico, farmacológico, y patológico del sistema nervioso humano. El estudio biológico de nuestro cerebro es un área multidisciplinar que involucra muchos niveles de estudio. Estos van desde el ámbito molecular hasta el celular (neuronas individuales), las asambleas y redes pequeñas de neuronas como las columnas corticales, y las asambleas grandes, como las de percepción visual, incluyendo sistemas como el córtex cerebral o el cerebelo, y el nivel más alto del sistema nervioso en completo.
En este último nivel, distintos intentos neurocientíficos combinan con ciencia cognitiva para crear neurociencia cognitiva. Algunos científicos creen que la neurociencia cognitiva proporciona una nueva manera de entender el cerebro y la consciencia que podrá reemplazar la manera en que se usa, por lo tanto las relaciones que hoy ubicamos entre nuestros actos comunicativos con el cerebro a través de la noción de mente.
La neurociencia incluye temas tan diversos como la operación de neurotransmisores en la sinapsis; los mecanismos biológicos responsables del aprendizaje; los genes contribuyen al desarrollo neuronal desde la concepción; la operación de redes neuronales; la estructura y funcionamiento de redes complejas involucradas en la memoria humana, la percepción, y el habla, la estructura y funcionamiento de la conciencia humana. Algunas áreas relacionadas con la neurociencia son: Neurofisiología, Neurología, Psicofarmacología, Afasiología, Neurolingüística, Neurociencia computarizada.

Al parecer, y en el marco de polémicas que esta relación puede despertar para una tradición científica como la moderna, se pueden pensar los siguientes principios, lógicas y ámbitos de relación en el estudio del fenómeno comunicativo y las aportaciones de la neurociencia
La posibilidad de fotografiar el funcionamiento cerebral mediante tomografías y resonancias magnéticas está permitiendo interacciones creativas entre la neurobiología, las humanidades y las ciencias sociales.
Dentro de equipos de tomografía se han fotografiado personas viendo películas, monjas carmelitas y monjes budistas tibetanos meditando, personas tomando decisiones económicas/éticas/estéticas; personas mintiendo o diciendo la verdad, personas pensando que bailan tango, personas pensando en ellos mismos o en su mamá, personas bebiendo pepsi o coca; mujeres ante el espejo, con y sin maquillaje.
Gracias a estos estudios han surgido más de veinte nuevas áreas de investigación transdisciplinarias. En nuestro país, por ejemplo, se ha formado un grupo de 25 investigadores interesados en fomentar la comunicación entre las humanidades y las neurociencias.
Las neurohumanidades se inician con afinidad a la teoría de las neuronas en espejo, la que el psicólogo cognitivo V.S. Ramachandran, considera “será para la psicología lo que el código genético fue para la biología”.
Se denominan neuronas espejo a una cierta clase de neuronas que se activan cuando un animal o persona desarrolla la misma actividad que está observando ejecutar por otro individuo, especialmente un congénere.
Las neuronas del individuo imitan como "reflejando" la acción de otro: así, el observador está él mismo realizando la acción del observado, de allí su nombre de "espejo". Tales neuronas habían sido observadas primeramente en primates, y luego se encontraron en humanos y algunas aves. En el ser humano se las encuentra en el área de Broca y en la corteza parietal.
En las neurociencias se supone que estas neuronas desempeñan un importante rol dentro de las capacidades cognitivas ligadas a la vida social, tales como la empatía (capacidad de ponerse en el lugar de otro) y la imitación. De aquí que algunos científicos consideren que la neurona espejo es uno de los más importantes descubrimientos de las neurociencias en la última década.
“Esta forma de estudiar las complejidades neuronales del devenir humano ha generado nuevas áreas de investigación transdiciplinaria que vinculan los principios de orden biológico con los saberes humanísticos”, comenta el profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, especialista en el tema sobre neurohumanidades: Francisco Gómez Mont Ávalos, en uno de sus artículos publicado por la revista Ciencia y desarrollo en enero de 2007.
“En el siglo XX las ciencias sociales abusaron de la evidencia biológica crenado teorías fascistas, sexistas, rascistas y capitalistas. Las neurohumanidades incorporaron a la neuroética como ingrediente fundamental. La calidad de vida se nutre de lo bello y lo sublime; por eso la neuroestética es también fundacional”.
“Cada vez existen más y mejores evidencias de cómo las prácticas culturales del pasado cristalizan en el ADN de los humanos que vivimos en el presente y nos preparamos para el futuro. El gen FOXP2 y su relación con los modelos linguisticos de Chomsky apoyan la idea fundamental de la psicología evolucionaría: nacemos con un cerebro programado para la cultura”.
“Más del 60% de los genes codifica proteínas que especifican circuitos cerebrales. De esta manera, podemos hablar de una lógica circular: el cerebro obedece las leyes del genoma, el genoma cristaliza leyes de la cultura y la cultura obedece las leyes del cerebro”.
Esto quiere decir, que en nuestros genes llevamos impresa la información acumulada durante años por los códigos genéticos de nuestros antepasados, los cuales se han formado a través de las distintas interacciones simbólicas de las que han formado parte. Se puede decir, por tanto, que existe un continuo ciclo entre la cultura, el cerebro y nuestros genes; el genoma, el cerebro y la cultura o viceversa.
El profesor y también médico cirujano Francisco Gómez Mont plantea en su articulo ya mencionado: “Las neurociencias y humanidades tienen mensajes valiosos que transmitir, hoy silenciados ante el clamor de los medios de comunicación, aliados de la economía política”.
Las neurohumanidades pretenden así hacer emerger de la confrontación de las disciplinas: nuevos datos que las articulen entre sí.
Así se ha dado a luz a nuevas investigaciones en todos los campos del saber humano como: las artes, la economía, el derecho, la mercadotecnia, la historia, la ética, las matemáticas, la política, la literatura, la teología, entre muchos otros.
Desde que era joven me preguntaba si existía la posibilidad de unificar los conocimientos de las ciencias naturales con los de las humanidades y hasta hace poco, francamente me parecía casi imposible de lograr.
Las neurohumanidades representan por tanto un gran avance para el conocimiento, pues la conjunción de los procesos naturales, neurológicos y de razonamiento, permiten tener una visión más completa del mundo que nos rodea.
La neurohumanidades tratan de establecer nuevos conceptos que permitan las relaciones entre lo social y lo natural, mismos que se han aventurado a reconocer que el ser humano ha evolucionado gracias a sus procesos cognitivos y biológicos, pero también, gracias a sus relaciones con el entorno y a su participación en las distintas interacciones simbólicas.
Para ahondar más sobre la importancia de las neurohumanidades, estuvieron en la emisión del pasado 04 de noviembre, los organizadores de los coloquios: Francisco Gómez Mont, Joseline Vega y Francisco de Paula León Olea, éste último, autor del libro "El despertar de la humanidad", obra que plantea una profunda relación entre el cerebro, la consciencia, la experiencia religiosa, las estructuras socioeconómicas y los procesos políticos, es decir, una relación entre la neuroteología, la neuropolítica y la neuroeconomía.
El cuarto coloquio Neurohumanidades, que inició el 7 de septiembre en la Universidad Iberoamericana, busca mostrar nuevas perspectivas en el análisis del caos en las ciencias sociales.
El coloquio fue clausurado por el maestro Francisco Gómez Mont, no sin antes dar paso a la pregunta: ¿Quién era Levi Strauss? Un hombre que actuaba y vivía conforme a lo que decía, quien se caracterizó por su orden, formalismo, precisión, estructura y profundidad en el lenguaje. Para él la sociedad se comprende por procesos simbólicos, ya que no hay sociedad sin signos ni lenguajes.Así lo señaló Juan Castaingts, durante la mesa IV Neuroimaginarios, en la cual también participaron Sergio Pérez Cortéz, Julio Amador, Juan Pablo Rendón y Luis Alberto Fonseca.

Aldaz Reyes Phenèlope

UNIÓN DE CONOCIMIENTOS, UNA MISMA LEY
Ensayo de Neurohumanidades

Las Neurohumanidades son un área de investigación transdisciplinaria que une el conocimiento de las ciencias exactas y el de las ciencias sociales con la finalidad de obtener un solo conocimiento que ayude a explicar y entender fenómenos o aconteceres de la vida diaria.
Se trata de una investigación transdisciplinaria porque es la combinación de conocimientos de la biología con la economía, el arte, entre otras. Es estudiar al individuo, en específico las reacciones del cerebro y concluir en un nuevo conocimiento producto del conocimiento de la biología y las humanidades.

Las neurohumanidades tienen como base principal reacciones cerebrales ante diversos estímulos, ya sea de índole estético, comercial, cultural, económico e incluso sexual.

Dichas reacciones cerebrales se pueden observar gracias a la obtención de imágenes cerebrales, mismas que se obtienen de “tomografía por emisión de positrones (antipartículas correspondientes al electrón. Parte de la antimateria)”[1], según refiere el profesor Francisco Gomez-Mont Ávalos.
Gracias a la obtención de tomografías que permiten observar las zonas cerebrales que se activan ante algún estímulo específico, es que las neurohumanidades han logrado brindar nuevas aportaciones para la investigación científico-social.
Las neurohumanidades se inician con afinidad a la teoría de las neuronas en espejo, la que el psicólogo cognitivo V. S. Ramachandran, Director del Centro para el Cerebro y la Cognición en California, E.U.A, considera “será para la psicología lo que el código genético para la biología”.[2]
En México este campo de estudio no tiene mucho tiempo de haber iniciado investigaciones. Fue hasta 2006 que se dio inicio con el Coloquio Internacional de Neurohumanidades, organizado por la Universidad Iberoamericana en coordinación con la Universidad Nacional Autónoma de México.
Ambas universidades han juntado esfuerzos para llevar a cabo una serie de conferencias en las que profesores e investigadores, nacionales e internacionales comparten sus experiencias al haberse sumergido en el mundo de las neurohumanidades.
Gracias a las neurohumanidades es que han surgido diversas ramas de investigación, el neuromarketing, neuroidentidades, neurobelleza, neuropalíndromos, neuroeconomía, neuroarte, neuroderecho, neurodiseño y el Neurosexo, son tan sólo algunos ejemplos.

Neuromarketing
Durante el ciclo Neurohumanidades (2009) el Doctor Phillipp Hillenbrad estuvo a cargo de la conferencia Neuromarketing, en la cual resaltó la importancia de las aportaciones que el estudio del cerebro y sus reacciones han brindado a la mercadotecnia.
Hoy en día, la mercadotecnia “tiene que entender al consumidor” y quién lo entiende gana. De ahí la importancia de concebir al consumidor desde lo que piensa y no sólo desde su forma de actuar en el momento de realizar una compra.
Según el Doctor Hillenbrad, “90 por ciento de los lanzamientos fracasan en el mercado a pesar de las investigaciones de mercado”, debido a la falta de análisis del consumidor.
Y son precisamente las neurociencias quienes brindan la oportunidad de conocer analizar y explicar, dónde y cómo es que se originan las respuestas del consumidor. Si la mercadotecnia se basara en este tipo de investigaciones los lanzamientos de nuevos productos tendrían mejores resultados.
Phillipp Hillenbrad explicó que a lo largo del día confrontamos once millones de estímulos sensoriales, por lo cual en todo momento realizamos un proceso de selección.
Para ello en el cerebro se activan dos circuitos: el irreflexivo, relacionado con lo emocional, es automatizado, rápido y con poco control cognitivo; el reflexivo, consciente, racional, lento y con control cognitivo.
Así, una vez que una empresa logra conocer el área reflexiva y emocional, y el área reflectiva y consiente de una persona puede lograr que el consumidor adquiera sus productos e incluso aquellos que no necesita.
El Doctor Hillenbrad, también agregó que si bien se trata de un estudio costoso (alrededor de 50 mil pesos), en un futuro estará al alcance de más empresas.
Y que aún cuando hoy en día no puedan tener acceso a éste es importante que no olviden que con las neurociencias se puede lograr una mejor creación de productos.

Neuroidentidades
La psicóloga Cimenna Chao Rebolledo también formo parte del grupo de exponentes dentro del ciclo Neurohumanidades (2009), con sede en esa ocasión, en el Auditorio Ricardo Flores Magón de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (UNAM).
La investigadora enfocada en los estudios cognitivos, definió identidad como “aquello que nos define como iguales o diferentes de otros”. Aquello que nos hace distintos pero a la vez iguales del resto de las personas.
Un aspecto muy importante dentro de las neuroidentidades y el proceso cognitivo es el factor cultural.
El contexto cultural afectará entonces el proceso cognitivo […] indirectamente, al conducir la atención a distintas partes del entorno y directamente, al favorecer cierto tipo de patrones de organización social sobre otros y al privilegiar el uso de ciertas herramientas cognitivas.[3]
El desarrollo de una identidad y por ende de una neuroidentidad trae consigo la conformación de rasgos propios del individuo, aún cuando la información que llega al cerebro este mediada por la variación cultural.
El cerebro humano procesa como ya se hizo referencia anteriormente una gran variedad y cantidad de información y con base en ello creo patrones sensoriales con sus respectivas deficiencias, porque aún cuando la información recibida es enorme no es la totalidad.
La identidad además, depende de las condiciones de percepción occidentales que hacen referencia al primer plano de la percepción y, de las condiciones de percepción orientales, que tienen preferencia por los panoramas.
De ahí que la identidad dependa de condiciones de percepción, en tanto que el entorno cultural adapta al cerebro para el procesamiento de la información de manera directa e indirecta.
La neuroidentidad entreteje procesos de percepción, culturales e individuales de tal manera que todos estos se complementan hasta elaborar información precisa, misma que lleva a la formación de la identidad.
La psicóloga en su texto “Cultura y Cognición” hace referencia a recientes investigaciones en neurociencias en las que se han encontrado grupos celulares especializados en procesos de aprendizaje social.
El hecho de que estos sitios corticales estés asociados al procesamiento del lenguaje, las emociones y la empatía, podría ser indicativo de la estrecha relación que guarda el funcionamiento cerebral individual con la acción recíproca que subyace al entorno colectivo de cerebros donde se sitúan los procesos cognitivos culturales.[4]
Toda esta unión de variables explica cómo es que el ser humano se constituye como individuo e integrante de un grupo colectivo llamado sociedad. Así entonces, el cerebro también forma parte de una colectividad de cerebros.

Neurosexo
Sin duda el amor y el sexo son dos temas que no pueden quedar fuera del estudio de las neurohumanidades, sobre ello se han escrito algunos artículos y entre quienes se han dedicado al estudio de esta área se encuentra la profesora María Luisa Castro Sariñana.
Para ella, es la conciencia misma quien une al erotismo con lo sagrado y el amor, estado en el que se llega a una conciencia profunda de unidad, del ser que ama y el ser amado.
En la vida, lo que sin duda “marca al individuo son las experiencias amorosas y la sensación de protección” que se experimenta cuando una persona se encuentra en el centro de una relación afectiva.
En ese momento se adquiere “conciencia amorosa”. Y cuando hay conciencia amorosa, según la profesora, “hay sensación de protección, no hay miedo y hay gozo”. ¿Y cómo es que se adquiere dicha conciencia?, una vez que el individuo se entrega a la acción, al momento.
Contrario a dicho estado se encuentra el momento en que el individuo experimenta dolor. “El sufrimiento tiene que ver con un estado de conciencia en el que no se experimenta amor”.
Por ello es que según Castro Sariñana la misión de todo ser consciente es “dejar una huella amorosa en el orden cósmico universal” y ser “receptáculo del amor”. Dar amor y recibir amor.
Pero más allá del propio sentimiento de amor que se experimenta una vez que dos seres deciden unirse y alcanzar dicha conciencia se encuentra el sentido carnal, la necesidad de satisfacer y ser satisfecho.
El sexo en ocasiones se acompaña del amor. Ambos trabajan en conjunto con el cerebro para llevar a cabo diversas reacciones que van desde lo emocional a lo físico. Y son precisamente estas reacciones las que se ven reflejadas en el actuar del cerebro.
El orgasmo, por ejemplo, es parte de esas reacciones que no sólo se manifiestan en el cuerpo de manera externa sino que también se puede observar a través de las imágenes cerebrales.
El orgasmo, según Kinsey, es una “descarga explosiva de tensiones musculares en el apogeo de la respuesta sexual”,[5] que además activa zonas neuronales específicas.
Por lo general y en condiciones normales, el orgasmo se produce por estimulación genital, sin embargo, en algunas ocasiones y sobre todo en mujeres, se puede experimentar por la estimulación de regiones no genitales. Por ejemplo, con el simple hecho de ver escenas eróticas.
El orgasmo que es inducido por este tipo de estimulación, al igual que el orgasmo por estimulación sexual, presenta aumento de la presión arterial y cardiaca, así como cambios en el tono muscular cerebral.[6]
Durante el orgasmo, se activa el cerebelo y se correlaciona con los cambios musculares, se presenta aumento en la actividad de ciertos núcleos cerebrales y algunos sistemas, también logran activarse.

Con los ejemplos anteriores tan sólo quedan descritos algunas de las aportaciones que las neurohumanidades han brindado a la comunidad científica, a los estudiosos de las humanidades y a la gente en general.
Esta nueva forma de concebir al ser humano, de analizarlo, conocerlo y comprenderlo, es una oportunidad no sólo para mejorar el entorno en que se desarrolla sino también para mejorar su calidad de vida en el presente y en los años consiguientes.
Las neurohumanidades, apenas comienzan en el largo andar del camino de la investigación sin con la plena convicción de llevar por bandera a la ética. Aún guardan un futuro prominente, con obstáculos y su equivalente en satisfacciones.
Pero sin duda no se puede olvidar, que más allá de los avances científico-tecnológicos que se logren gracias a la unión de conocimientos, “el cerebro obedece las leyes del genoma, el genoma cristaliza las leyes de la cultura y la cultura obedece las leyes del cerebro”[7].



[1] Francisco Gómez-Mont Ávalos, “Neurohumanidades”, México, Conacyt, enero, 2007, pág. 33
[2] Ibidem.
[3] Cimenna Chao Rebolledo , “Cultura y Cognición”, México, Conacyt, enero, 2007, pág. 41
[4] Cimenna Chao Rebolledo, op. cit., pág. 41.
[5] “Sexualidad”, Revista de la Academia Mexicana de Ciencias, núm. 2, vol. 60, México, abril-junio, 2009.
[6] Ibidem.
[7] Francisco Gómez-Mont Ávalos, op. cit., pág. 36

Pensamiento Sistemàtico y Neurohumanidades

FRANCISCO GOMEZ MONT AVALOS LEVY
NEUROHUMANITIES RESEARCH CENTRE

“Dios nos guarde de la visión parcial y del adormecimiento de Newton”
William Blake
“Ser todo de todas las maneras”
Fernando Pessoa

El pensamiento sistémico es el antecedente más importante de las neurohumanidades. En sus tiempos, fue un nuevo paradigma con aspectos humanísticos científicos y tecnológicos. Al proponer un nuevo modelo del ser humano, a mediados del siglo XX, la Teoría General de los Sistemas visualiza una neuropsicología antropológica y social más evolucionada, enraizada en la utopica imagen de la evolución: el modelo del ser humano derivado del pensamiento sistémico, “homo simbolicus”, concebido como un sistema activo de la personalidad en permanente evolución y sin dicotomía entre la mente y el cuerpo, está emergiendo lentamente de muchas y variadas áreas de la investigación. Dos filosofos que inspiran este “giro simbolico” son Ernest Cassirer y su alumna Susanne Langer, quien además estudio con Alfred North Whitehead.

El asunto es, epistemológico y ético. Según Anatol Rapoport “existe una justificación ética para la diseminación del acercamiento sistémico entre los científicos del comportamiento. Estos, a grandes rasgos, pueden dividirse en dos grupos: los que aspiran al estatus científico de los físicos y, en consecuencia, tienden a seleccionar problemas que ceden al método analítico; y aquellos a los que les mueve la necesidad de “comprender al ser humano”. Los primeros corren el peligro de incurrir en la trivialidad…los segundos el decaer en especulaciones desbocadas sin apoyarse suficientemente en los hechos o en hipótesis comprobadas”.

Un sistema es una totalidad formada por elementos que, en forma jerárquica o heterárquica, interactúan y se modifican entre sí; una frontera (boundary) que lo delimita del entorno (medio ambiente) y una jerarquía de valores, metas u objetivos por lograr. El nombre de “Teoría General de los Sistemas” se utiliza para describir un nivel de construcción de modelos, intermedio entre las abstracciones altamente generalizadas de la matemática pura y las teorías especificas de las disciplinas especializadas. Una de sus metas es la de encontrar similitudes es estructuras teóricas entre distintas disciplinas y proponer modelos más generales. Ya a un nivel más ambicioso trata de clasificar los sistemas basándose en la forma en que sus componentes están organizados (interrelacionados) y de derivar las leyes o patrones típicos de comportamiento para los distintos tipos de sistemas determinados por la taxonomía.

Entre otros, Gregory Bateson ha hecho posible la visualización de la necesaria unidad entre la mente y la naturaleza, la similitud entre los procesos mentales y la evolución biológica. Para él, una mente es un agregado de componentes en interacción. La interacción es puesta en movimiento por elementos novedosos (diferencias). “En los procesos mentales, los efectos de las “diferencias” deben ser considerados como trasformaciones (versiones codificadas) de las diferencias que la precedieron. La descripción y la clasificación de estos procesos de trasformación evidencian una jerarquía de tipos lógicos inmanente en los fenómenos”. Para llegar a este tipo de planteamiento, las ciencias psicológicas han tenido que recorrer un largo camino que cubre varias décadas de esfuerzo. Bateson participo en las primeras reuniones de cibernetistas con científicos sociales que se llevaron a cabo a mediados del siglo XX.

Pensamiento atomista y pensamiento holístico

Una aportación importante del pensamiento sistémico (síntesis de la cibernética, de la informática y de la Teoría General de los Sistemas) a las ciencias neuropsicológicas ha sido el evidenciar la existencia en el ser humano de dos estructuras de razonamiento, de dos formas de procesar información: la atomista y la holística. Estos dos estilos de pensamiento se manifiestan más claramente en aquella área de la actividad del hombre que más se preocupa por la parsimonia, la lógica y la consistencia interna de sus procesos simbólicos, es decir, la ciencia.

La ciencia atomista es la de la física tradicional con sus palancas, inercias y fuerzas gravitacionales; es la del sistema solar como un gran reloj y la de las reacciones químicas como sistemas aislados; es la de la bioquímica analizando la estructura estática de los carbohidratos y su clasificación; es la de la fisiología analizando minuciosamente la estructura intima del reflejo espinal; es la psicología de Pavlov y Skinner.

La ciencia holística, totalizante o unificadora, avanzo en forma impresionante en el siglo XX Las bases teóricas fueron sentadas antes de la primera mitad del siglo XX y hoy en día, si vivimos en el mundo moderno, sus frutos prácticos nos involucran con frecuencia.

En efecto, Bertalanffy, Arturo Rosenblueth, Norbert Wiener, Shannon y Weaver, De Saussure, Whyte, Angyal, Heinz Werner y Von Neuman, Bateson, Ashby, McCulloch y Pitts, Kohler y otros, publicaron sus primeros trabajos antes de 1950 y hoy en día, como fruto de su pensamiento, existen las siguientes actividades científicas: la Teoría General de los Sistemas, la Cibernética, la Teoria de los Juegos, la Inteligencia Artificial, la Investigación de Operaciones, la Ingeniería de Sistemas, el Análisis Multivariado, la Teoría de Decisiones, la Teoría de la Información, la Teoria de la Ambigüedad, la Teoria de los Conjuntos Borrosos, la Teoría de las Catástrofes, la Teoría de la Autopoiesisy de la Autonomía. Asociado a estas disciplinas se encuentra un estilo científico de pensamiento: el “integrador”, que trata de comprender la interacción entre los elementos del sistema que se estudia.

“La visión cósmica del ayer” dice Bertalanffy “el llamado universo mecanicista, era el mundo de las ciegas leyes de la naturaleza y de entidades físicas en movimiento al azar. El caos era el frecuentemente citado juego de átomos. Por accidente, los compuestos orgánicos y eventualmente las moléculas autorreproducibles, aparecieron en la tierra como precursores de la vida. En forma no menos caótica, de acuerdo a la teoría de la evolución, la vida procedió a formas más complejas vía la mutación y selección al azar en cambios del medio ambiente. Debido a otro accidente inexplicable, la mente y la consciencia surgieron, en alguna forma, como epifenómenos de la evolución del sistema nervioso. En el mismo sentido, desde el psicoanálisis hasta el conductismo, la personalidad humana es un producto al azar de la naturaleza y de los estímulos del medio ambiente. Ahora, según parece, andamos tras otro marco de referencia: el mundo como organización. Esto, de poder verificarse, cambiaria profundamente las categorías de nuestro pensamiento e influiría en nuestras actitudes practicas. Si logramos contribuir, aunque sea en la medida de una gota, a la humanización de la ciencia, habremos cumplido nuestra parte al servicio de la sociedad y de la civilización”.

Los diferentes niveles de conceptualización en neuropsiquiatría humanistica

Cada fenómeno tiene su nivel apropiado de análisis. No es necesario el mismo nivel de análisis para conceptualizar a un paciente con cisticercosis cerebral (evidenciada a través de la tomografía axial computarizada) que a una persona con diagnostico de alcoholismo; a James Jones y al suicidio colectivo de Guyana; a Van Gogh cortándose la oreja; a Macbeth alucinando un puñal o a Rasputin señoreando la corte rusa. Cuatro niveles de análisis relevantes serian: el nosológico- neurobiológico, el psicodinámico-psicoanalitico, el familiar-comunitario y el epidemiológico-social-cultural. Resulta triste observar que cada nivel de análisis es utilizado por escuelas psiquiátricas como si fuera un sistema que estuviera cerrado a la influencia de la información procedente de los respectivos subsistemas y suprasistemas.

El nivel nosológico-neurobiologico
Este nivel se encuentra fundamentalmente orientado hacia el diagnostico y el tratamiento farmacológico. Para llegar al diagnostico, tradicionalmente se busca el grado de semejanza entre los síntomas que el paciente nos comunica tener y la descripción del prototipo de una enfermedad determinada. A algunos de estos prototipos se les relaciona con la instauración de un tratamiento farmacológico. Es decir, el psiquiatra emite un mensaje a través de la receta, que se traduce en un mensaje farmacológico a todas las células del organismo del paciente. Cada fármaco es un mensaje complejo codificado en el lenguaje de la biología. Este mensaje interacciona con múltiples sitios del organismo que, según el caso, pueden ser, por ejemplo, enzimas o receptores en las biomembranas.

Una parte fundamental de este nivel nosológico-neurobiologico está constituida por la estrecha relación con el resto de la medicina y el hecho de que sus categorías taxónomicas sean parte de la clasificación medica. Además, por ser la biología y la medicina partes de un territorio común, este modelo nos permite intentar integrar el conocimiento de la persona derivado de la comunicación interpersonal con conocimiento biológico. A fin de cuentas, el conocimiento biológico no es más que el conocimiento de la evolución de formas organismicas a través de la comunicación intercelular.
¿Qué es el cerebro? El distinguido biólogo, Paul Weiss, manifiesta: “Poco tiempo después de nacer, el cerebro humano adquiere su dotación completa de alrededor de 100,000,000,000 de neuronas. Cada una de estas tiene conexiones arborizantes con un promedio de 10,000 neuronas (lo que genera 1,000, 000, 000, 000, 000 de sinapsis). Además, mi descubrimiento del flujo axónico –el flujo hacia la periferia del contenido de cada fibra nerviosa- implica una reconstitución de la dotación molecular de una a diez veces cada semana. Tomadas en su conjunto, estas variables suman un total casi astronómico de varianza (de posibilidades de variabilidad) de 100, 000, 000, 000, 000, 000, 000, 000, 000 para cada cerebro individual. Este dato es un marco importante para mi modelo: Aun los más altos grados de orden y organización pueden ser logrados en sistemas con conexiones jerárquicas. Cada integrante del sistema opera bajo la regla de orden en lo amplio con libertad subordinada en lo pequeño.

Un buen ejemplo de los niveles integradores que se pueden lograr en este nivel nosológico-neurobiologico lo constituyen los trabajos de Arnold Mandell y su grupo en la Universidad de California, en San Diego. Ciertos neurotrasmisores (noradrenalina, dopamina y serotonina) tienden a disminuir a medida que trascurre la vida. Estas tres sustancias ejercen una acción inhibidora sobre la actividad neuronal espontanea. Mandell propone que la disminución de estas sustancias durante el envejecimiento llevaría a la manifestación de tendencias neuronales latentes, a una manifestación emergente de fenómenos previamente suprimidos. Su modelo se basa en la simetría de los hemisferios cerebrales para el manejo de información afectiva y en la correlación entre este nivel neuropsicologico y el nivel neurobiológico de asimetrías en la concentración de neurotrasmisores en diferentes zonas cerebrales.
Si bien el conocimiento neurobiológico está avanzando aceleradamente, no podemos decir lo mismo del área de la clasificación de los desordenes mentales, donde hay desorden. La confiabilidad (reproductibilidad) de las decisiones diagnosticas es baja y abundan las personas que comparten síntomas de dos o más categorías diagnòsticas.
El pensamiento sistémico tiene aquí mucho que aportar, no sólo a través del análisis comunicacional de la entrevista psiquiátrica, sino en la estructura misma del modelo de clasificación y en los criterios de inclusión. En efecto el problema del diagnostico psiquiátrico es un problema abordable a través de la teoría de los conjuntos borrosos. Esta teoría se aboca al estudio de la ambigüedad (y no al estudio de la incertidumbre como lo hace la estadística). Para fines de investigación psiquiátrica, fundamentándose en el pensamiento sistémico, el diagnostico debe visualizarse como consistente en un conjunto de “funciones de pertenencia” (que varían de “0” a “1”) de cada paciente al total de “tipos ideales de psicopatología”. El concepto de “tipo ideal” se representa en medicina, por ejemplo, por el individuo del que le decimos a algún estudiante que ¡el paciente x es como de libro o de antología!. John Overall, Leo Hollister y Pierre Pichot, usando la psicometria multivariada, han definido cuantitativamente, basándose en la “Escala Breve de Apreciación Psiquiátrica”, ocho tipos ideales de la psicopatología severa: depresión hostil, depresión agitada, depresión retardada, depresión ansiosa, trastorno florido del pensamiento, síndrome de retardo-retraimiento, síndrome de agitación-excitación y síndrome de hostilidad suspicacia. Basándose en 18 síntomas se logran ocho categorías bastante más homogéneas que los rubros tradicionales de “depresión neurótica/reactiva”, “depresión endógena/psicótica” o “esquizofrenia”.
De acuerdo a la teoría de los conjuntos borrosos, cada paciente tendría ocho valores para determinar su pertinencia a cada una de estas ocho categorías. Indudablemente se puede expandir el número de estas categorías si se aumenta el número de síntomas del que se derivan los “tipos ideales”. Un estudiante reciente (con forma expandida del BPRS) evidencia cuando menos 12 “tipos ideales” de depresión. La falta de éxito en el establecimiento de correlatos biológicos de los desordenes mentales quizá se deba al uso excesivo en psiquiatría de un modelo categorico de clasificación con la presuposición implícita de que cada paciente debe tener una “función de pertinencia” de “1” a una sola categoría y de “0” a todas las demás. De acuerdo al pensamiento sistémico, si el modelo de clasificación ha de atenuar la variedad de las muchas dimensiones biológicas que subyaces a los desordenes mentales, este modelo taxonómico debe ser del mismo orden de complejidad que aquello que trata de modelar.
Los conjuntos borrosos no son sólo de interés para la psiquiatría. Arnold Kaufmann, pionero de la investigación de Operaciones en Francia y sistematizador de la teoría de los conjuntos borrosos, nos dice en una obra que incluye 16 volúmenes.

“Los subconjuntos borrosos son también de interés para los artistas. Es más, los subconjuntos borrosos se usaron en pintura antes que en matemáticas: cuando ustedes observan un cuadro de Van Gogh, contemplan más a causa de lo borroso que puso ahí, que si fuera una pintura extremada y finamente dibujada”.

“Quisiera señalar que las personas que actualmente estudian arte, fabrican las teorías de los conjuntos borrosos convenientes a su trabajo, y pueden ser que algún día existan clasificaciones artísticas a las manera de los conjuntos borrosos. Esto es porque una forma de pintar es un comportamiento. Y la finalidad de todas estas matemáticas es estudiar el comportamiento”.
Y nosotros nos preguntamos ¿Se pueden poner computadoras frente a los modelos psiquiátricos de la psicopatologia? ¿Podrán los subconjuntos borrosos, con sus ideas implícitas de ambigüedad y posibilidad, darle a la psiquiatría algo más de lo que ha dado la estadística con sus ideas implícitas de precisión, incertidumbre y probabilidad? ¿Es cierto que el diagnostico psiquiátrico es un problema de subconjuntos borrosos? ¿Será verdad que el ser humano almacena en la memoria la mayoría de su información utilizando una codificación borrosa? ¿Es la teoría de los conjuntos borrosos una matemática provista de semántica? ¿Habran encontrado los psiquiatras, al fin, una teoría a la medida, a la medida del ser humano?
Como dice el psiquiatra Carlos Serrano: “Queremos dejar asentado que la observación fenomenológica cuidadosa y la clasificación de pacientes en categorías, actividades indispensables para el desarrollo de la psiquiatría, no son ni deben ser un marco de comprensión del fenómeno humano. Esta actividad no permite entender el aun misterioso fenómeno de la “otredad”, y la actividad clínica no se detiene ni debe conformarse con estas actitudes, sino que, una vez alcanzadas, debe individualizar y particularizar a cada paciente en su condición de ser humano único”. Para esto se vuelve necesario expandir el modelo nosológico-neurobiologico a un segundo nivel.

El nivel psicodinamico-psicoanalitico
Un segundo nivel seria este, en el que la actitud del clínico ya no es tanto la de clasificar la enfermedad e instituir un tratamiento, sino la de conocer las narrativas que el sujeto se cuenta a sí mismo y a los demás, para tratar de entender la historia vital del sujeto y sus preocupaciones actuales; estas como resultado de transacciones entre múltiples flujos de información introspectiva y sociocultural. Es en este nivel donde se elabora la historia biográfica y se aplican pruebas psicométricas proyectivas. Este punto de vista se funde insensiblemente con el siguiente: el psicoanalítico. Aquí lo importante es la individualidad del paciente.
La información obtenible a este nivel es menos precisa, menos cuantificable y más difícil de comunicar; pero en cambio es más rica en significados personales y vitalidad. Aquí es donde se analiza la “transferencia”, en la que el médico se involucra como observador participante. En este nivel, la conexión entre neuropsiquiatría, neurohumanidades y pensamiento sistémico está dada por la genialidad metafórica de Freud y por el hecho de que el psicoanálisis es un “lenguaje ambiguo”. Como nos lo hace ver Anthoni Wilden (traductor de Lacan al ingles), Freud es una de las mentes más metafóricas que han existido. Y ¿qué es el pensamiento sistémico si no el arte y la ciencia de la manipulación rigurosa de metáforas? “La cibernética es la ciencia o el arte de manipular metáforas defendibles evidenciando como pueden construirse y lo que se puede inferir como resultado de su existencia”, nos dice Gordon Pask.

El merito de Jacques Lacan ha sido el de adoptar marcos de referencia lingüísticos y comunicacionales en su lectura de las obras de Freud. En esto no es el único, pero si quizá el más confuso. Como dice Wilden “vivimos en una cultura que ya depende de la digitalización de las diferencias biosociales entre hombres y mujeres. En nuestra cultura, los hombres son predominantemente visualizados como digitales. Es decir, se espera que ejemplifiquen los llamados “rasgos masculinos”: lógica, racionalidad, intelecto; conocimiento manipulativo, objetivo e instrumental; estar en relación con objetos en el mundo, etc. Las mujeres, por el otro lado son visualizadas primariamente como analógicas. Se espera que ejemplifiquen los llamados “rasgos femeninos”: emoción, irracionalidad, sentimiento, conocimiento subjetivo, conocimiento orientado a las personas, a la vida; en relación con los hombres y, sobre todo, estar-en-relación-con-la –relación.
Esta distinción entre digital y analógico, esta “bisexualidad”, está presente en todos nosotros debido a la existencia de dos hemisferios cerebrales; esta bisexualidad ha sido puesta en oposición al considerar a la mujer como el complemento “analógico” del hombre “digital”: una “naturaleza” que su “cultura continua explotando”. Dice Wilden: “La filosofía de Schreber (el más célebre de los psicóticos del siglo XIX) es un comentario ético sobre la organización de la agresividad en la sociedad del siglo XIX. Describe un conflicto entre lo que el mundo es y lo que debería ser. Sobre todo, Shreber está comprometido con la liberación de hombres y mujeres de la opresión y e la auto-opresión: liberación del “ser” por medio del deber. El mundo del porvenir es un mundo de deseo, no de objetos, sino de vida; de voluptuosidad, no para los desoladores mecanismos de la sexualidad genital, sino para todas las dimensiones del ser humano… Lacan comete el mismo error epistemológico de Levi- Strauss, un error que resulta sorpresivo por el hecho de que Lacan nos enseño a no confundir el objeto real (el pene, el seno) con el “objeto simbólico (el falo, el objeto-parte)”.
Quizá sea necesario revisar las teorías de Freud sobre la pasividad neuronal. Hoy se visualizan las neuronas como entidades autopoiéticas y semi-independientes. Al visualizar los procesos psíquicos como flujos no solo de energía, sino también de información, tenemos una llave para la reinterpretación sistémica de Freud. Tanto Pribram como McCarley y Hobson han avanzado en la integración del pensamiento de Freud a la neurobiología. Lacan Wilden y Peterfreund lo han hecho en relación con el pensamiento de Freud y el pensamiento sistémico; Lieberman, en cuanto a la lingüística; Colby lo ha iniciado en cuanto a la posibilidad de modelar, vía computadoras, aspectos de la teoría psicoanalítica de las neurosis.
Keneth Colby ha trabajado desde 1962 en la simulación por medio de modelos en computadoras digitales, de un proceso neurótico de acuerdo a la psicología freudiana. Si bien es sumamente rudimentario, este modelo es interesante porque permite plantear, en forma clara, una serie de preguntas. El modelo representa a una mujer en tratamiento psicoanalítico; ella cree que su padre la abandonó y es incapaz de aceptar conscientemente que lo odia. El modelo intenta representar el proceso de asociación libre de ideas en psicoanálisis. Incluye ocho “mecanismos de defensa” que distorsionan lo que la persona piensa, es decir que cambian el sentido de una creencia cargada de angustia. Margaret Boden, genial historiadora de la inteligencia artificial y de las ciencias cognitivas da el siguiente ejemplo de los ocho mecanismos utilizados por el programa de Colby: supongamos que la computadora selecciono la creencia “odio a mi padre”. Esta, al generare demasiada angustia puede ser cambiada ha:
1. DEFLEXION. “odio a mi jefe”. Consiste en cambiar el predicado de la frase.
2. SUSTITUCION “veo fallas en mi padre”. Modifica el verbo (de acuerdo a un diccionario que es parte de la simulación)
3. DESPLAZAMIENTO. “Veo fallas en mi jefe”. Combina los dos mecanismos de defensa anteriores.
4. NEUTRALIZACION. “me importa muy poco mi padre”. Neutraliza al verbo
5. INVERSION. “amo a mi padre”. Consiste en invertir el sentido del verbo
6. NEGACION “no amo a mi padre”. Inserta un “no” antes del verbo e invierte el verbo.
7. REFLEXION. “me odio”. Cambia el predicado por el sujeto.
8. PROYECCION “mi padre me odia”. Cambia de lugar al sujeto y al predicado.

Tanto la deflexión como el desplazamiento caerían bajo el concepto freudiano de “desplazamiento”. Tanto la neutralización como la inversión y la negación caerían bajo el concepto de “formación reactiva”.

La información con la que cuenta este modelo, que le permite generar frases similares a las que generaría una mujer que odiara a su padre y que se encontrara en el contexto de una situación psicoanalítica, se encuentra en cuatro archivos:

1. Archivo de creencias. Por ejemplo: “odio a los ateos”, “odio a mi padre”, “debería amar a mi padre”, “hay que desconfiar de los pobres”, “no debo casarme con un pobre”. Incluye 114 creencias.
2. Diccionario. Incluye palabras y atributos de palabras. Es decir, un rudimento de sintaxis señalando, por ejemplo, si la palabra es un verbo, un sustantivo o un adjetivo.
3. Archivo de sustitución. Define los sinónimos así como las clases y sus elementos. Por ejemplo: “padre” es un elemento de la clase “hombre”, el cual a su vez es un elemento de la clase “personas”.
4. Archivo de razones. Combina elementos del archivo de creencias. Por ejemplo: “no debo casarme con un pobre” porque “hay que desconfiar de los pobres”. El modelo también incluye cinco “monitores emocionales” que regulan el estado total del sistema y que determinan si se “reprime” un conjunto de creencias y se vuelve a empezar. Estos son: peligro, excitación, bienestar, placer y autoestima. Los principales defectos de este rudimentario modelo son la falta de comprensión de las creencias (las maneja basándose en la sintaxis sin incluir la semántica) y la no generalización de la neurosis a todo tipo de relaciones interpersonales.
5. Colby también ha logrado simular un proceso paranoide basándose en el modelo de Tomkins de que el paranoico está en un estado permanente de vigilancia tratando de maximizar la detección de insultos y de minimizar la humillación. Por otro lado, Joseph Weizenbaum ha simulado, bajo el nombre de Eliza, un programa que se comporta como un psicoterapeuta no directivo.
Estas simulaciones han sido hechas en el seno del área del conocimiento que se denomina “inteligencia artificial”. Esta se define como la ciencia que hace que las maquinas se comporten de manera tal, que si los hombres fueran los que generaran este comportamiento, requerirían inteligencia para hacerlo. Si el lector desea profundizar en este tema, recomendamos la lectura de la obra de Boden. La autora finaliza su libro con las siguientes palabras: “Contrariamente a la opinión común, el principal significado metafísico de la inteligencia artificial es que puede contrarrestar la sutilmente deshumanizante influencia de la ciencia natural. Logra esto demostrando con rigor científico cómo es posible que los seres psicológicos estén enraizados en el mundo material y al mismo tiempo se les pueda distinguir de la “simple materia”. Lejos de evidenciar que los seres humanos son “sólo maquinas”, confirma nuestra insistencia de que somos esencialmente criaturas subjetivas que vivimos a través de nuestras construcciones mentales de la realidad. Además, para aquellos de nosotros que estemos interesados, ofrece una luminosa metáfora teórica de la mente que permite planear preguntas psicológicas con mayor claridad. Mientras más se reconozcan estas ideas, tanto dentro como fuera de la profesión, menor será la amenaza de la inteligencia artificial para las concepciones humanísticas de la persona y de la sociedad.
Estos intentos pioneros por relacionar la inteligencia artificial con el marco de referencia de la teoría de la información y de la neurociencia cognitiva se han consolidado hoy en la nueva area de investigación transdisciplinaria del neuropsicoanalisis.
El nivel familiar-comunitario

Pero el ser humano existe en el seno de una familia. La familia puede conceptualizarse como la parte extracerebral de la mente individual. Es el llamado “movimiento de terapia familiar” donde encontramos frutos concretos del pensamiento sistémico en la neuropsiquiatría humanística.
Según Jay Haley, lo que ha revolucionado el campo de la psicoterapia ha sido el tomar consciencia de que la meta de la terapia es cambiar las secuencias conductuales que ocurren entre las personas pertenecientes a algún grupo organizado. Así, el cambio terapéutico puede definirse como un cambio en la secuencia de los actos en un sistema, el familiar, por ejemplo.
Estas secuencias conductuales son de naturaleza circular. Por ejemplo, el padre experimenta un
sentimiento de incompetencia, lo cual invita a que se susciten sentimiento s similares en la hija; entonces la madre comienza también a sentirse incompetente. Como reacción a esta situación, el padre comienza a sentirse competente, luego la hija y después la madre. Esto, de alguna manera, genera sentimientos de incompetencia en el padre y la secuencia conductual tiende a repetirse ad infinitum. Es una forma de pensar sobre secuencias intergeneracionales inadecuadas en las que constantemente se están formando coaliciones y alianzas que generarán marginación.
Parece que si existiera una regla fundamental de organización social, esta sería: una organización está en problemas cuando a través de diferentes niveles de la jerarquía ocurren alianzas y coaliciones, especialmente cuando estas son secretas. Por ejemplo, abuela y nieta contra la madre. Basándose en este modelo, una persona determinada presentará alteraciones en proporción directa al número de jerarquías disfuncionales en las que este inmersa. El comportamiento patológico aparece cuando la secuencia repetitiva simultáneamente define dos jerarquías opuestas. También cuando la jerarquía es inestable debido a que los comportamientos indican una forma de jerarquía en un momento y otra forma en otro momento.
El trabajo del terapeuta consiste en unirse temporalmente a diferentes coaliciones sin ponerse de lado de ninguno. Otra estrategia terapéutica consiste en indicarles a las personas que permanezcan con el síntoma, dentro del marco general de ayudarlos a cambiar. Estas “directrices paradogicas” que prescriben el síntoma con el fin de proscribirlo pueden dirigirse a todos los miembros de la fsmilia o a un subconjunto de ellos
Es posible conceptualizar los síntomas como actos comunicativos que tienen una función dentro de una red interpersonal. El síntoma no es una unidad de información, sino una analogía que tiene como sus referentes a múltiples aspectos de la situación de la persona, incluyendo su relación con el terapeuta. Desde este punto de vista, la meta de la terapia es el cambio en el comportamiento comunicacional de la persona: en cambio de sus metáforas. En la medida en que el comportamiento de la persona sea una respuesta a su situación con otros cercanos, la situación tiene que cambiar para que la comunicación cambie.
Cuando en el seno de una familia existe una “niña problema”, existe también un adulto que ha transgredido una frontera generacional al involucrarse y preocuparse demasiado por la niña. Este adulto es la autoridad y se encuentra tanto benévolamente preocupado como exasperado por el menor.
La persona organizada es aquella que sigue formas estructuradas y redundantes de comportamiento y que existe inmersa en una jerarquía. En terapia familiar, frecuentemente el terapeuta se encuentra ante jerarquías injustas. Es de importancia crucial que el terapeuta no confunda la existencia de una jerarquía injusta con las estrategias para cambiarla. Si los padres son injustos, el terapeuta puede sentirse moralmente justificado a atacarlos. Sin embargo, la meta de la terapia no es la justificación moral del terapeuta y generalmente es la niña o niño el que sale perjudicado por este tipo de ataques.
El nivel familiar de análisis se funde insensiblemente con el siguiente: el comunitario. En este se distinguen dos grandes vertientes: la laboral y la “tribal”. La vertiente laboral de la vida comunitaria es el punto donde la psiquiatría se funde con la psicología del trabajo. El ambiente laboral es el otro ingrediente fundamental de la parte extracerebral de la mente individual. La persona que no retribuye a su comunidad algo de lo que consume, paga un precio psicológico muy alto. La salud mental hoy en día es quizá más que nada salud laboral. Los teóricos de estos asuntos se enfocan en temas como la autodeterminación del trabajador, las alternativas al modelo jerárquico de organización y el clima laboral como factor determinante en la salud mental. La terapia tribal consiste en reunir a la familia extendida, amigos, clientes y co-trabajadores de una persona con problemas psicológicos (unas 60 u 80), un fin de semana para que entre todos, se busque la manera de ayudar. Muchas veces basta con conseguirle un trabajo
o una pareja para que la sintomatología desaparezca.
El nivel epidemiológico-social
Este nivel puede ser conceptualizado en tres grandes vertientes: la epidemiologia, los determinantes sociales de los desordenes mentales individuales y los desordenes mentales que por ser parte del “carácter nacional” se encuentran conformando en mayor o menor grado la conflictiva de grandes poblaciones humanas. A este nivel también aplican conceptos de los conjuntos borrosos, ya que por ejemplo se han planteado muestreos epidemiológicos en base a la Teoría de los Conjuntos Borrosos. Existen modelos de simulación epidemiológica en el área de la farmacodependencia. Por ejemplo, se han simulado difusiones de una epidemia de heroína.
En cuanto a los determinantes sociales de desorden mental en ciertos individuos, se trata de responder preguntas como ¿por qué se deprimen más las mujeres que los hombres? ¿Por qué la esquizofrenia es menos grave y mas “esquizoafectiva” en los países en vías de desarrollo que en los países industrializados? ¿Por qué el consumo de alcohol está aumentando escandalosamente en muchos países del mundo? ¿Por qué nacen más esquizofrénicos en el invierno?
En cuanto a las sociedades con desordenes mentales como factor estructural, resulta provechoso leer a L. L. White, en particular su libro sobre “el hombre unitario” en el que propone que la civilización europea padece de una disociación entre el intelecto y el instinto. “Estamos refiriéndonos únicamente a la disociación europea. Esta es una forma particular de desintegración de los procesos organizativos en el individuo, que si bien surge de una tendencia latente en la característica fisiológica común a todas las razas, logro su forma más marcada en los sujetos europeos y occidentales durante el periodo comprendido entre el año 500 antes de Cristo y los tiempos actuales. Durante estos 25 siglos (es decir durante solo 100 generaciones) esta disociación se volvió tanto un elemento permanente en la tradición europea, como el toque de distinción del hombre europeo y occidental. Su origen yace profundamente en la naturaleza del arte de la comunicación, únicamente a través de la cual, la raza humana ha logrado realizar algunas de sus potencialidades. Las demandas de la comunicación llevaron inicialmente al humano a enfatizar elementos permanentes, pero el humano, como la naturaleza, es un sistema de procesos. Este inescapable contraste disminuyo la armonía orgánica. La naturaleza integrada del hombre primitivo y antiguo se fragmento en dos sistemas finalmente incompatibles, ninguno de los cuales podía aprovechar al ser humano en su totalidad: el sistema de comportamiento espontaneo, de respuestas inmediatas a situaciones presentes, relativamente poco afectado por la organización racional de la experiencia pasada; y el sistema de comportamiento deliberado, de respuestas basadas en la experiencia sistematizada del pasado con un descuido relativo de los estímulos en el aquí y el ahora. Ambos modos o sistemas son distorsiones de un comportamiento adecuadamente integrado. Los síntomas de esta disociación entre intelecto e instinto, entre lo espontaneo y lo planeado, son la desorganización del comportamiento, el conflicto emocional y el dualismo intelectual”.
El lector deberá leer estas ideas de hace medio siglo a la luz de las teorías actuales sobre los detalles de la arquitectura cerebral del circuito automatico y del circuito controlado en el “Annual Review of Psychology”, del 2007.
Gregory Bateson, el primer sociocibernetista

La imagen que fecunda las palabras de Gregory Bateson es la imagen de la evolución de las formas en la naturaleza. Para los poetas, el profundo misterio de la forma es inescrutable. Quizá para el científico, después de leer los libros de Gregory Bateson, el misterio sea un poco menor.
Según este gran biólogo, antropólogo, epistemólogo y educador, tres premisas fundamentales de nuestro pensamiento son obsoletas:

a) el dualismo cartesiano que separa la mente del cuerpo
b) el peculiar fisicalismo en las metáforas que utilizamos para describir y explicar los fenómenos psicosociales: poder, tensión, energía, fuerzas sociales, etc.
c) El que los fenómenos mentales deban ser estudiados y evaluados solamente en términos cuantitativos (premisa anti-estética)

Estas tres premisas y sus corolarios llevan a la ambición desmedida, al sobrecrecimiento monstruoso, a la guerra, a la tiranía y a la contaminación ambiental. Estas tres ideas son intelectualmente obsoletas ya que la teoría de sistemas, la cibernética, la psicología de la forma, la ecología y las ciencias de la complejidad ofrecen una mejor manera de entender al mundo biológico y humano.
Carl Jung distinguía entre el mundo de “creatura” (de las entidades vivientes) y el mundo de “pleroma” (entidades no vivientes). ¿Cuál es la diferencia entre el mundo físico de pleroma (donde fuerzas” e “impactos” proveen una base explicativa suficiente) y el mundo biológico de creatura (donde nada puede ser entendido sin invocar a las diferencias y a las distinciones)?
La ciencia es una manera de percibir y de darle sentido a nuestras percepciones; sin embargo, nuestra percepción opera sólo sobre diferencias. Toda recepción de información es necesariamente la recepción de noticias de diferencias y toda percepción de diferencias se encuentra limitada por umbrales. Nuestros cerebros construyen imágenes que creemos percibir. Esta participación activa del cerebro en la construcción de las imágenes mentales implica que toda experiencia humana es subjetiva, nuestra experiencia del mundo exterior se encuentra siempre mediada por los órganos de los sentidos y por la arquitectura de la red neuronal. Los procesos de la percepción nos son casi totalmente inaccesibles; sólo los productos de la percepción nos son conscientes.
En toda percepción, en todo pensamiento, en toda comunicación sobre algo percibido, existe una transformación: una codificación entre el reporte y la cosa reportada: “el mapa no es el territorio”. La relación entre el reporte y la cosa reportada tiende a ser una clasificación, un asignamiento de la cosa a una clase. El nombrar es siempre clasificar. En su libro “La mente y la Naturaleza. Una Unidad Necesaria”, publicado en 1979, Gregory Bateson nos dice: “la distinción entre el nombre y la cosa nombrada o entre el mapa y el territorio es quizá efectuada solamente por el hemisferio cerebral dominante. El hemisferio cerebral simbólico y afectivo, normalmente del lado derecho, es posiblemente incapaz de distinguir al nombre de la cosa nombrada. Seguramente que no se especializa en este tipo de distinciones. Así, sucede que ciertos tipos no racionales de comportamiento están necesariamente presentes en la vida humana. Tenemos dos hemisferios; y no podemos escaparnos de esta realidad. Cada hemisferio, de hecho, opera un poco diferente del otro y no podemos escapar de los enredos que esta diferencia genera”.
Existe una profunda diferencia entre las aseveraciones sobre un individuo dado y las aseveraciones sobre una clase de individuos. Estas aseveraciones son de DIFERENTE TIPO LÓGICO. El evitar la confusión ante diferencias en los tipos lógicos es de relevancia para una teoría de la historia, para la filosofía que subyace a la teoría evolucionaría y, en general, para la mejor comprensión del mundo en que vivimos.
Criterios de los procesos mentales
I. Una mente es un conjunto de componentes en interacción. El funcionamiento mental es inmanente en la interacción de “partes” diferenciadas. Esto ya lo vislumbraba el biólogo francés Lamarck, quien al desarrollar postulados para una psicología comparada, fijó la regla de que no se deben suponer funciones mentales a organismos cuya complejidad en cuanto al sistema nervioso sea insuficiente. En otras palabras esta teoría de la mente es holística, y como todo holismo serio, se basa en la premisa de la diferenciación e interacción de las partes.
II. La interacción entre las partes de la mente es iniciada por diferencias. En el universo material ordinario, en el pleroma de Carl Jung, las “causas” de los eventos son fuerzas o impactos ejercidos por una parte del sistema material sobre otra parte. En contraste, en el mundo de creatura se necesita una relación simbolica entre el emisor y receptor. El receptor responde a una diferencia, a un cambio.
III. Los procesos mentales requieren de energía colateral. Si bien los procesos mentales son iniciados por diferencias y estas distinciones son algo más que energía, es necesario tener en cuenta la energética de los procesos mentales porque todo tipo de procesos requieren de energía.
IV. Los procesos mentales requieren cadenas circulares de determinación. Durante el siglo XIX, diferentes personas describieron ejemplos de sistemas que se autoregulan: la teoría de la evolución de Darwin, el transformismo de Lamarck, el invento de James Watt del “gobernador” de las máquinas de vapor, la percepción por parte de Alfred Russel Wallace de los procesos de la selección natural, los análisis de Hegel y de Marx de los procesos sociales, el medio interior de Claude Bernard. Finalmente, en 1943 apareció publicado en la revista “Filosofía de la ciencia” el famoso trabajo de Arturo Rosenblueth, Norbert Wiener y Julian Bigelow “Comportamiento, Propósito y Teleología”. Este trabajo proponía “que el circuito autocorrector y sus variantes daban la posibilidad de modelar las acciones adaptativas de los organismos. El problema central de la filosofía griega- el problema no resuelto por 2500 años del propósito- (“purpose”) cayó dentro del rango del análisis riguroso”.
V. En los procesos mentales, los efectos de las diferencias deben ser considerados como versiones codificadas de los eventos que los precedieron. Existen dos grandes sistemas de codificación: los sistemas de codificación DIGITAL (con características de todo o nada) y los sistemas de codificación ANALOGICA (varían continuamente y al paso con los eventos que codifican). “En los inicios de la cibernética, solíamos discutir si el cerebro es, en general, un mecanismo digital o un mecanismo analógico. De entonces a ahora, la discusión ha desaparecido al darnos cuenta que la descripción del cerebro tiene que iniciarse a partir de la característica “todo o nada” de la neurona. Cuando menos en la gran mayoría de los casos la neurona dispara; y si esto fuera todo, el sistema sería solamente digital y binario. Pero es posible, a partir de neuronas digitales, hacer sistemas que tienen la apariencia de ser sistemas analógicos. Esto se logra con el simple recurso de multiplicar las vías de tal forma que un grupo dado de vías podría consistir de cientos de neuronas. De estas neuronas, un cierto porcentaje podría estar disparando y otro cierto porcentaje podría estar callado, dando así la apariencia de una respuesta graduada. Además, la neurona individual es modificada por condiciones hormonales y por otras condiciones ambientales a su alrededor que pueden alterar su umbral de una forma verdaderamente cuantitativa”. Ademas, los cambios electromagnéticos altamente estructurados en las extensas arborizaciones dendríticas de cada neurona son analógicos.
“Recuerdo, sin embargo, que en estos días, antes que nos diéramos cabalmente cuenta del grado en el cual las características analógicas y digitales podían combinarse en el mismo sistema, las personas que discutían sin cesar sobre si el cerebro es analógico o digital evidenciaban preferencias marcadas e irracionales para una posición o la otra: yo tendía a preferir hipótesis que subrayaban lo digital; mientras que otros, más influenciados por la fisiología y quizá menos por el fenómeno del lenguaje y del comportamiento, tendían a favorecer las explicaciones analógicas”.
VI. La descripción y clasificación de estos procesos de transformación evidencia una jerarquía de tipos lógicos inmanente en los fenómenos. Hay acciones que definen el contexto bajo el cual deben considerarse otras acciones. Por ejemplo, si digo: “vamos a jugar”, esta aseveración es de un NIVEL diferente a los actos del juego. El “vamos a jugar” CLASIFICA a los mensajes que ocurren dentro de su contexto: es una METACOMUNICACION. Hay una DIFERENCIA DE TIPOS LOGICOS entre los actos del juego y el “vamos a jugar”. Bertrand Russell y Alfred North Whitehead en su libro “Principia Matemática” publicado en 1910 estudiaron los enredos que se generaban en la lógica abstracta cuando no se manejaba adecuadamente a los tipos lógicos. “Yo ignoro si Russell y Whitehead sospechaban cuando trabajaban en su libro que el asunto de su interés es vital para la vida de los seres humanos y de otros organismos. Whitehead ciertamente sabia que los seres humanos podían ser divertidos y que se podían generar comicidad al bromear con los tipos lógicos. Pero dudo que partiendo del goce del juego haya dado el paso a visualizar que el juego no era trivial y que iluminaria a toda la biología”.
Cualquier sistema que satisfaga estos seis criterios es una mente. “Esta lista es la piedra angular de todo el libro. No hay duda de que se podrían desarrollar otros criterios que quizá alteren o sustituyan a los aquí ofrecidos”. Quizá de “Las Leyes de la Forma” de Spencer-Brown o de la “Teoría de Catástrofes” de René Thom pueda surgir una profunda reestructuración de los fundamentos de las matemáticas y de la epistemología. Este libro debe “quedar o caer” no en base al contenido particular de la lista, sino por la validez de la idea de que es posible estructurar de esta manera a la epistemología, a la evolución y a la epigenesis. “Yo propongo que el problema de la mente-cuerpo es soluble siguiendo lineamientos similares a los aquí esbozados”.
En los sistemas que cumplen estos criterios, una de sus potencialidades es la AUTONOMIA, la que está dada por la estructura RECURSIVA del sistema. Además el tipo de sistema que yo llamo “mente” es capaz de tener un propósito y de escoger. Estas propiedades derivan sus posibilidades de autocorrecion… Además de esto, el sistema aprenderá y recordara, acumulara negentropía y lo hará jugando los juegos estocásticos llamados empiricismo y “ensayo y error”. Acumulara energía. Estará inevitablemente caracterizado por el hecho de que todos los mensajes son de algún tipo lógico, y así, estará amenazado por las posibilidades de errar en la tipificación lógica. Finalmente, el sistema será capaz de unirse con otros sistemas similares para formar unidades más grandes.
Tanto el pensamiento como la evolución de las especies son procesos ESTOCASTICOS. En ambos, existe una secuencia de eventos que combina a un componente que funciona al azar con un proceso de selección que permite perdurar únicamente a algunos resultados de lo azaroso.

Steps to an ecology of mind. Gregory Bateson Chandler. Nueva York. 1972.
Bateson G. E.F DUTTON. NUEVA YORK, 1979

Fundamentos para una ciencia de la personalidad: Andras Angyal

Uno de los libros clásicos de la psicología, anterior a los de Bateson, lleva este título y fue escrito por Andras Angyal hace varias décadas. A setenta años de distancia, resulta confortable y un poco sorprendente encontrar en él mucha de las ideas actuales del pensamiento sistémico en la neuropsicología y las neurohumanidades. El enfoque holístico tiene sus raíces modernas en Haldane, Woodger, Ritter, Meyer, Bertalanffy, von Uexhull, en la personalistica de William Stern, en la teoría de la evolución emergente de Smuts y en el sistema sociológico de Spann.

Casi todos las definiciones de la vida tienen en común una teoría inmanente. Esta postula que el sentido funcional de una parte del organismo es “mantener andando el resto de la maquinaria”. Lleva al nihilismo biológico. De ser así, los procesos vitales tendrían la forma de un círculo vicioso lógico: los procesos de las partes tienen la función de mantener la vida; y la vida es un conglomerado de estos procesos parciales. La hipótesis de la inmanencia siempre está implícita en toda teoría que postula el mantenimiento del equilibrio o la autopreservación/sobrevivencia como tendencia general del proceso vital.

El organismo se expande a expensas de lo que lo rodea. Se expande materialmente, psicológicamente (crecimiento mental, creatividad), funcionalmente (nuevas capacidades). Se expande a través de la reproducción. La vida es un proceso de auto expansión con dos fases: una centrípeta de asimilación y otra centrifuga de producción.

El proceso vital no se escenifica dentro del organismo, sino entre el organismo y el entorno (medio ambiente). Si se define a la vida como un proceso de autoexpansión, el factor del “entorno” está ya implícito en la definición. Organismo y entorno son los dos polos indispensables de un proceso unitario: la vida. El organismo autónomo es una entidad que se autogobierna. Autónomo significa “gobernado desde adentro”(en contraste con heterónomo: “gobernado desde afuera). El proceso biológico se encuentra en parte gobernado por factores biológicos endógenos. El organismo tiene espontaneidad porque es la causa de sus funciones. El organismo posee libertad (para Spinoza lo libre es lo que actúa de acuerdo a su propia naturaleza inherente, a su ley intrínseca y no bajo la compulsión de fuerzas exógenas).A la determinación externa el organismo puede oponer la autodeterminación.Los siguientes fenómenos implican una autonomía del organismo: el fenómeno de la selección, el hecho de escoger, la autorregulación y la regeneración.
Existe una distinción básica entre estimulo-respuesta y causa-efecto. Las influencias externas no son la causa mecánica de las reacciones, sino el estímulo que invita a la respuesta.
Existe una tendencia general del organismo individual hacia un aumento en la autonomía. Esta tendencia tiene una dirección general más que un objetivo fijo. La tendencia hacia un aumento en la autonomía es no solo la tendencia dinámica general del organismo individual, sino también el “primum movens” del proceso filogenético.
Así, la vida no es concebida como inmanente sino como un proceso que se autotrasciende. La “autonomía” no es una entidad o un principio explicativo. Más bien, es una generalización descriptiva, la forma de un proceso.
La función de los llamados procesos mentales es esencialmente una función semántica. Los “contenidos psicológicos” funcionan como símbolos. Los “procesos psicológicos” son operaciones con estos símbolos.
La “constelación tríadica del simbolismo” consiste en:
a) El objeto primario (por ejemplo, un territorio). Es el referente;
b) Su símbolo (por ejemplo, un mapa);
c) El sujeto, para quien el símbolo significa el objeto. Es este el elemento crucial. El sujeto debe tener la capacidad de conectar símbolo y referente.
La relación simbólica es única ya que no ocurre fuera del campo psicológico. Esta relación entre el objeto, su símbolo y el sujeto es tan general y fundamental para las ciencias humanísticas como la relación causa-efecto lo ha sido para la física clásica.
Tanto la percepción como la imaginación, el pensamiento, la emoción, la conacion y todas las funciones psicológicas, pueden ser comprendidos como procesos de simbolización. El concepto de “actividad psicológica” es sinónimo de la función simbolizante del organismo. La tarea de una psicología orientada holísticamente seria el estudio de la función simbólica del organismo.
El nivel (el estado) de las emociones es un símbolo para el organismo de su estado de bienestar. Las experiencias emocionales son símbolos del valor para el ego, de hechos relevantes. La emoción es la forma más inmediata de evaluación personal. Las emociones están en el aquí y el ahora y no evalúan el futuro.
En los procesos psicológicos, símbolo y referente no están claramente separados. Más bien están parcialmente fundidos. Una percepción no sólo significa el objeto; éste es visto a través del símbolo y en el símbolo. En la percepción, el objeto no es sólo significado, es experienciado.
Los dos factores esenciales en el proceso organismico total, el organismo y su entorno, pueden ahora unirse en el territorio simbólico de las funciones psicológicas. La vida se lleva a cabo ahora en un nivel parcialmente simbolico. La tendencia organismica hacia un aumento en la autonomía puede ahora manifestarse a través del simbolismo. Siete años después de que Angyal publicará su libro el doctor Lancelot Law White publica el libro “El próximo desarrollo del hombre” en el que presenta un diagnostico de la civilización europea: padece de una disociación entre el intelecto y el instinto.
“Estamos refiriéndonos únicamente a la disociación europea. Esta es una forma particular de integración de los procesos organizativos en el individuo, que si bien surge de una tendencia latente en una característica fisiológica común a todas las razas, logro su forma más marcada en los sujetos europeos y occidentales durante el periodo comprendido entre 500 A.C. y los tiempos actuales. Durante estos 25 siglos (es decir durante tan sólo 100 generaciones), esta disociación se volvió tanto un elemento permanente en la tradición europea, como el toque de distinción del hombre europeo y occidental. Su origen yace profundamente en la naturaleza del arte de la comunicación, únicamente a través de la cual la raza humana ha logrado realizar algunas de sus potencialidades. Las demandas de la comunicación llevaron inicialmente al hombre a enfatizar elementos permanentes, pero el hombre, como la naturaleza, es un sistema de procesos. Este inescapable contraste menoscabó la armonía orgánica. La naturaleza total del hombre primitivo y antiguo se escindió en dos sistemas finalmente incompatibles, ninguno de los cuales podía utilizar al ser humano en su totalidad: el sistema de comportamiento espontaneo, de respuestas inmediatas a situaciones presentes, relativamente poco afectado por la organización racional de la experiencia pasada; y el sistema de comportamiento deliberado, de respuesta basadas en la experiencia sistematizada del pasado con un descuido relativo de los estímulos actuales. Ambos modos o sistemas son distorsiones de un comportamiento adecuadamente integrado. Los síntomas de esta disociación entre intelecto e instinto, entre lo espontaneo y lo planteado, son la desorganización del comportamiento, el conflicto emocional y el dualismo intelectual”.
Mandell: ciencias de la complejidad, neuroteologia y neuropsiquiatría humanística
La noradrenalina, la dopamina y la serotonina tienen un efecto inhibitorio sobre la actividad neuronal espontanea. Debido a que la maduración de la edad reduce los niveles de estas aminas biogénicas en la mayoría de las zonas cerebrales del ser humano, Arnold Mandell propuso en 1979 que “una disminución de la inhibición e las aminas biogenicas, con la edad, llevaría a una manifestación de expresiones neurales latentes y a una disminución de los umbrales para la manifestación emergente de fenómenos previamente suprimidos”.

Este modelo neurobiológico de los cambios en la personalidad al madurar como secundarios a una desinhibición progresiva de las estructuras del sistema límbico, se basa en el análisis del sistema serotoninergico, el cual está involucrado en la modulación del la atención, del sueño, de la temperatura, del dolor, de la agresión, del nivel de actividad, de la autoestimulación, del comportamiento sexual, del consumo de agua y del apetito. Se basa también en la evidencia de que existe una asimetría en el manejo de información afectiva por el sistema nervioso central:
1. Malamud ha localizado, en pacientes con epilepsia del lóbulo temporal, cicatrices en el hemisferio no dominante asociadas con hipomanía, impulsividad y rasgos histéricos de la personalidad; en cambio, las cicatrices en el hemisferio dominante se asociaron con paranoia, obsesividad y depresión disforica
2. En estos pacientes epilépticos, Bear ha correlacionado anormalidades del hemisferio derecho con una autoestima exagerada y anormalidades del hemisferio izquierdo con unas autoestima devaluada. “Parece ser que la desinhibición progresiva del lado izquierdo del cerebro lleva a características disforicas, obsesivas y depresivas, cuando el lado derecho esta desinhibido la personalidad se vuelve más hipomaniaca, histérica e impulsiva”.
3. Las bases psicofarmacológicas de este modelo se basan en el estudio de las asimetrías de un metabolito de la serotonina en el hipocampo de animales tratados con litio y con clorimipramina. El litio disminuye la asimetría inicial aumentando la serotonina en ambos lados del cerebro (un poco más acentuadamente de lado que tenía niveles iniciales más bajos). En contraste, la clorimipramina parece aumentar la tasa de actividad de las células serotoninergicas sólo en un lado del cerebro. “Estos experimentos, vistos en el contexto de nuestro modelo teórico, sugieren que el litio “cubre” ambos lados del cerebro con transmisor inhibitorio y que la clorimipramina “descubre” un lado del cerebro. Dada la especialización afectiva y de la personalidad discutida anteriormente, podríamos especular que cuando la clorimipramina funciona, desinhibe diferencialmente el lado hipomaniaco e histérico del cerebro”
“En la medida que maduramos con la edad, nuestras personalidades cambian. Nos volvemos más como somos en la medida que perdemos nuestros “frenos” inhibitorios de las aminas biogenicas. Parece que es natural a una naturaleza humana con este substrato neurobiológico el tener una de dos alternativas: un mayor establecimiento en la dominancia de una polarización cortical aumentada y un aumento en la patología del carácter; o la oportunidad de buscar la amorosa libertad de la experiencia de unidad”.

Sistema y estructura: ensayos sobre la comunicación y el intercambio

En el libro “Sistema y estructura: ensayos sobre la comunicación y e intercambio”, publicado en 1962, Anthony Wilden relaciona los trabajos del antropólogo Leavi-Strauss, el psicólogo Piaget y los psicoanalistas Freud y Lacan con ideas modernas del pensamiento sistémico derivadas de Bertalanffy y Gregory Bateson. Presenta una interpretación sistémica y comunicacional de los principales estructuralistas europeos. “Los capítulos representan un intento de integrar críticamente un conjunto de conceptos derivados de la cibernética, de los fundamentos lógicos de las matemáticas, de la lingüística, de la teoría de la información, de la teoría de la comunicación, de la teoría general de sistemas, de la biología y del pensamiento dialéctico”.

El proceso fundamental que se analiza es el del comportamiento orientado al logro de metas que manifiestan los sistemas abiertos. Dos temas que recurren a lo largo del libro son la distinción entre la comunicación digital y la comunicación analógica y la distinción entre intercambio simbólico e intercambio imaginario.

El análisis de estos temas se basa en la “teoría de los tipos lógicos” de Bertrand Russell y Alfred North Whitehead y en la “clasificación de los procesos mentales como reales, simbólicos e imaginarios“, realizado por Lacan. También utiliza la idea del doble vinculo así como la distinción entre la morfostasis/morfogénesis y entre retroalimentación negativa (estabilizadora) y retroalimentación positiva (amplificadora)”. Wilden logra integrar, en una perspectiva ecosistémica, una teoría general de la comunicación humana. La sensibilidad que manifiesta hacia los planteamientos sistémicos y su propia creatividad para relacionarlos con el psicoanálisis y el estructuralismo es notable.

Axiomas de la comunicación

Un sistema se distingue de otro por la organización de las partes que lo constituyen. Un sistema no es un conglomerado; el comportamiento total es más complejo que la suma de los comportamientos de sus partes. La organización del sistema impone límites al comportamiento de las partes: la libertad semiótica de cada subsistema en sí mismo es mayor que su libertad semiótica como parte del todo.
Como indica Gregory Bateson, “todo comportamiento es comunicación”. Por definición la comunicación es atributo del sistema e implica una estructura. “Estructura” se refiere a la armazón, a los canales por donde fluye la información y a la forma como esta información se encuentra codificada. “Sistema” se refiere a procesos, trasmisiones y mensajes.
Dependiendo del punto de vista y teniendo cuidado de no confundir los diferentes niveles de organización, cualquier elemento de un sistema abierto puede ser considerado tanto desde una perspectiva sistémica como desde una perspectiva estructural. Aun el componente más pequeño de un sistema abierto tiene a su vez subsistemas. Si el subsistema se considera como elemento (poniendo, para fines de explicación, entre paréntesis sus propiedades sistémicas específicas y su organización interna) se vuelve un atributo de la estructura. En general, se puede decir que “estructura” predomina a niveles bajos de organización y “sistema” predomina a niveles más complejos. El concepto “estructura” se refiere a los tipos y al número de relaciones o conexiones entre los componentes del sistema. El concepto “sistema” se refiere a la manera de regulación y a las relaciones entre relaciones de los subsistemas.
Todo sistema que involucre vida o mente, o que simule vida o mente, es un sistema abierto. Un sistema abierto se caracteriza por el hecho de que su relación al suprasistema (medio ambiente o contexto) es indispensable para su sobrevivencia. Existe entre el sistema abierto y su suprasistema un flujo dinámico de materia, de energía y de información. Todo sistema abierto es un sistema de comunicación, adaptativo y orientado al logro de metas. Para los sistemas abiertos la información la materia y la energía son funcionalmente distinguibles. El sistema digestivo maneja materia. Los flujos energéticos estás dispersos en todo el organismo y los sistemas neuronal y mental manejan la información la función primaria de la información es la regulación, control y liberación de energía hacia el interés de una meta. La información se define como entropía negativa porque mantiene, reproduce o aumenta la organización.
Para Wilden existe una jerarquía de sistemas abiertos. Esta jerarquía es tanto sincrónica (contextual en el espacio) como diacrónica (contextual en el tiempo). Existe interacción entre diferentes tipos lógicos y diferentes niveles de organización.
Todo sistema abierto existe en un contexto de selección, sobrevivencia y adaptación. Cada adaptación tiene valor de sobrevivencia para el sistema, cuando menos a corto plazo. Hay comportamientos adaptativos a corto plazo que son contra-adaptativos a la luz de periodos de tiempo más largos.
Todo sistema comunicacional puede ser dividido en emisor y receptor; en organismo y entorno; en texto y contexto. Toda comunicación puede ser dividida, formal o funcionalmente, en comunicación digital y comunicación analógica. El lenguaje incluye todos los procesos y posibilidades comunicacionales de sistemas digitales. El lenguaje impone limitaciones específicas, sistémicas y estructurales, a la forma como percibimos y actuamos sobre el mundo y sobre otras personas.
El modelo privilegiado de un sistema comunicacional es el ecosistema natural. La relación entre un sistema y sus estados anteriores, así como la relación entre diferentes niveles de un sistema, deben modelarse sobre la relación entre un metalenguaje y un lenguaje referencial (como seria la relación entre texto y contexto). La noción de meta comunicación cubre dos procesos correlativos e indisolubles: el aspecto sincrónico que describe cada nivel de organización en un sistema como comentario de un texto a otro de organización; y el aspecto diacrónico que describe tanto el camino del desarrollo como el paso evolutivo de un nivel de organización a otro.
“Cerebro” es una entidad; “mente” es una relación. “Cerebro” es un hecho biológico; “Mente” es un asunto sociocultural y político económico.
Comunicación analógica y comunicación digital
Es útil hacer una distinción metodológica entre dos modos de trasmitir información: mensajes analógicos y mensajes digitales. En alguno de sus niveles, todos los sistemas de comunicación emplean tanto la comunicación analógica como la comunicación digital. La distinción entre lo analógico y lo digital se deriva de los ecosistemas y es aplicable a los mismos, a la interacción humana, al organismo humano, a la comunicación entre animales (zoosemiótica) y a las computadoras. Un buen ejemplo de la distinción entre lo analógico y lo digital se encuentra en la antropología.
Según Roy Rapoport, entre los Tsembanga de Nueva Guinea, la frontera entre pocos cerdos (para propiciar a los ancestros ceremonialmente) y demasiados cerdos (para que el ecosistema natural lo pueda soportar) se indica mediante un árbol simbólico, que según el estado del sistema se planta o se derriba. El estado digital del árbol, (plantado o no plantado) indica que la relación entre el sistema (tsembanga) y el entorno (la naturaleza, otros grupos humanos locales, los cerdos) está por cambiar. El sistema local es complejo y tiene que ver con la guerra y la paz, con rituales y con la cantidad de proteínas disponibles para la alimentación. Al terminar de guerrear, nunca hay suficientes cerdos para propiciar adecuadamente a los ancestros para que otorguen su favor en la siguiente guerra, por lo que se crea una deuda simbolica con ellos. Después de un periodo de paz, durante el cual se permite que los cerdos se reproduzcan, la población de cerdos se vuelve demasiado grande para que el ecosistema local pueda soportarla. Cuando aumenta el número de quejas debido a la destrucción de vegetales causada por los cerdos, el árbol es derribado, se inicia la preparación ritual para la guerra y los cerdos adultos son sacrificados.
Aquí, la digitalización mediada con el árbol se emplea como instrumento para mantener una relación analógica: la sobrevivencia del ecosistema como un todo. Se deben diferenciar las caractristicas ecológicas de lo analógico, de las características lógicas de lo digital.
El pensamiento analógico cubre los aspectos emotivos, empáticos, conativos y poéticos de la comunicación. El pensamiento digital cubre los aspectos cognoscitivos y metalingüísticos de la comunicación. La mayor parte del conocimiento es analógico. Solo “el divino poder de la abstracción” es digital. Desde una perspectiva transcultural, tanto la epistemología como la educación en la cultura china ponen énfasis en la totalidad, en la homeostasis, en el contexto natural y social; en la respuesta, la consumación, la interrelación y la sabiduría. (sin incluir el tono de voz, existen 81 maneras de preguntar en chino ¿quieres arroz o fideos?). esto e contraste con la epistemología occidental que pone el énfasis en el análisis el conocimiento puro, la razón, la racionalidad y las dicotomías.
En la comunicación no verbal, la señal tiene una relacion necesaria y analógica con lo que re-presenta, mientras que toda comunicación denotativa-lingüística es arbitraria y digital.
Otro ejemplo de la utilidad de esta distinción se encuentra en la genética. Los genes son parte de un sistema de codificación digital (adenina/timina vs. Guanina/sitosina). Para sus efectos, dependen de la formacion de proteínas especificas para cada gene. Los genes para la fosfatasa alcalina y para la beta-galactosidasa pueden ser regulados por variaciones, en un continuo, del nivel del represor. Este hecho transforma el problema de regulación en la expresion de los genes en uno de control analógico más que de estricta lógica digital.
La idea del BIT (BInary digiT, es decir, digito binario, “1” o “0”) subyace a la idea de lo digital. Un bit tiene la capacidad de convertir una diferencia (en una dimensión analógica continua) en una distinción digital. Dado que el bit marca un limite (una frontera) es a través de el que se logra una digitalización rudimentaria de lo analógico; introduce una separación discreta en un continuo. La digitalización es siempre necesaria cuando se tienen que cruzar ciertos limites o fronteras. La complejidad lógica de los sistemas mixtos analógico/digitales no es la de una lógica analítica de dos valores (cierto/falso); mas bien es una lógica de muchos valores, una lógica de grados, una lógica dialéctica.
Lo analógico está repleto de sentido; lo digital es pobre en sentido. Lo que lo analógico gana en semántica lo pierde en sintaxis. Lo que lo digital gana en sintaxis, lo pierde en semántica. Así, debido a que lo analógico carece de la sintaxis necesaria para decir “no”, uno no puede negar en lo analógico.
Tanto lo digital como lo analógico son distinguibles en cuanto a forma y a función. En cuanto a la forma de lo digital, es importante introducir dos niveles de “libertad semiótica” (libertad de limites):
1. Nivel de señal o signo, el cual es arbitrario en un sentido y fijo en otro. Un ruido carece de conexión esencial con la comida; sin embargo todos los primates-gibones hacen el mismo conjunto de ruidos para indicar comida. Aquí no hay metacomunicacion posible.
2. Nivel del significante lingüístico, el cual es arbitrario en un sentido y tiene un alto grado de libertad semiótica en el otro sentido (con el lenguaje hay multiples maneras de indicar la presencia de alimento). Es este el nivel de la “doble articulación” y de la posibilidad de decir “no”. Este nivel es capaz de sustituir lo analógico tanto en la forma como en la función. En este nivel no claramente posibles los mensajes referentes a otros mensajes (tipificación lógica).
Resulta interesante contrastar estas ideas referentes a lo analógico y a lo digital con la forma como Bakan contrasta las funciones de los dos hemisferios cerebrales. Su caracterización del hemisferio cerebral izquierdo es de: digital, verbal, analítico, abstracto, racional, temporal, objetivo, activo, tenso, proposicional; relacionado con el sistema nervioso vegetativo simpático. En contraste, el hemisferio cerebral derecho lo caracteriza como analógico, preverbal, sintético, concreto, emocional, espacial, subjetivo, pasivo, relajado, aposicional y relacionado con el sistema nervioso parasimpático.

Psiconeuroinmunologia

El sistema inmunológico, circuito informático cuya función principal es deslindar el “yo mismo” biológico e integrar archivos que definen la identidad biológica, comparte características y esta en estrecha comunicación con el sistema nervioso central. Las células del sistema inmunológico también producen neurotrasmisores. En ambos sistemas se da la mutación somática que reacomoda genes dentro del núcleo de las células para generar nuevas funciones. El timo, lugar donde maduran los linfocitos-ayudadores-T se encuentra extensamente inervado. Algunos linfocitos utilizan a las encefalinas como moduladoras inmunológicos. Los monocitos tienen receptores para las endorfinas. Las dosis bajas de noradrenalina estimulan al sistema inmunológico; la inyección de antígenos disminuye a la noradrenalina cerebral. La estimulación del sistema inmunológico aumenta la actividad eléctrica en el hipotálamo. Las lesiones al hemisferio cerebral derecho incrementan la función inmunológica; las lesiones al hemisferio izquierdo disminuyen la función inmunológica.
Los linfocitos tienen la capacidad de memorizar características geométricas de un antígeno. El sistema inmunológico es también capaz de aprehender vía el acondicionamiento.
El sistema inmunológico, el sistema hormonal y el sistema nervioso participan en la respuesta al estrés, sea este transitorio, repetido o crónico. El funcionamiento inmunológico esta disminuido en situaciones de duelo, de divorcio, de pérdida de empleo, de exámenes, de ansiedad, de depresión de soledad y de privación del sueño.
En un estudio, la actividad de las células NK disminuyo en estudiantes de medicina que preparaban un examen. En otro estudio, después de nueve meses de desempleo disminuyo la capacidad proliferativa de los linfocitos ante un antígeno. Una de las características del estrés fisiológico es la producción de coritisol, potente inhibidor del sistema inmunológico.
La reducción terapéutica del estrés puede aumentar el funcionamiento inmune. Usando métodos de psicoterapia de relajación es posible aumentar en un diez por ciento el numero de linfocitos T en personas infectadas por el virus de la inmunodeficiencia humana. También se ha documentado la estrecha relación entre situaciones de estrés e infecciones por el virus de la gripe.
La risa y una actitud alegre y optimista ante la vida, también se ha documentado que mejora varias funciones del sistema inmunológico. Muchas personas quisieran pensar que las emociones, vía el sistema inmune, pueden influenciar el desarrollo del cáncer o la capacidad de hacerle frente.
BIBLIOGRAFÌA
  • VOLLHARDT LT: Psychoneuroimmunology: a literature review. American Journal of orthopsychiatry, 61: 35-47, 1991.